jueves, 14 de febrero de 2019

San Valentín 2019

Menuda suerte debe ser eso de ser profesora y que un alumno te haga una tarjeta de San Valentín.

Y es que el príncipe A está muy contento con su profesora y para él es la mejor del mundo.

viernes, 8 de febrero de 2019

51 cosas que hicimos en Islandia

Islandia es un país maravilloso si te gusta ver la naturaleza en su estado más puro. Tiene paisajes que te dejan realmente impresionado.

Islandia es también el país de los nombres impronunciables. Imposible saber qué querrán decir esas palabras kilométricas, pero ni por aproximación. Las que sí aprendimos de tanto verlas fueron foss ("cascada") y jökull (glaciar), porque las vimos muchas veces escritas.

Nuestro viaje fue un viaje familiar en caravana y lo hicimos en agosto de 2018. Estuvimos 8 días dando la vuelta completa al país y aún así no pudimos ver todas las maravillas naturales que ofrece.


Pero sí disfrutamos de al menos estas 51 cosas:

1.- A la llegada al aeropuerto de Keflavik nos lavamos las manos en el baño con agua caliente. Y es que los islandeses no les cuesta nada calentar el agua. La naturaleza misma se la proporciona ya caliente.

2.- La primera noche llegamos al camping Tjaldstæðið Laugarvatni a altas horas de la madrugada y estaba prácticamente desierto. Pudimos aparcar justo al lado de los baños y disfrutar del agua calentita con olor a azufre, o menos romántico, con ese olor a huevos podridos. Este olor nos acompañaría todo el viaje a la hora de ducharnos.

3.- En la zona de los geiseres, vimos cómo el agua discurría por el arcén de la carretera, de nuevo con su característico olor a azufre. Alguien tuvo la ocurrencia de meter el dedo en el agua porque no se creía que estuviera tan caliente. Sí, lo estaba.

4.- Nos mojamos con la nube de gotas que soltaba el impresionante geiser Strokkur. Este geiser es el más activo de Islandia. Es impresionante ver cómo erupciona cada 5 minutos aproximadamente y hasta una altura de unos 20 metros.

5.- Hicimos varias veces la compra en la cadena de supermercados Bonus, la del cerdito rosa tan bonito. Son los supermercados más baratos de Islandia. Como curiosidad, tienen separada en una habitación la zona de productos lácteos y perecederos y ahí hace un frío que pela. Abundan las conservas de pescado y el pescado seco.

6.- No tuvimos mucho tino en una de las compras y, queriendo comprar leche, compramos yogur en tetrabriks de un litro. Los yogures se llaman skyr y están buenísimos.

7.- Menos mal que desyunábamos ricos bollitos de canela (los favoritos de la princesa Zeta), también muy típicos en el país. Ah, no, que cogimos la bolsa equivocada y resultó ser una bolsa de bollitos de tomate y orégano, vamos, con sabor a pizza. Somos un poco desastres haciendo la compra.


8.- Bueno, el día que compramos salmón islandés acertamos. No era precisamente barato, pero estaba delicioso cocinado a la plancha.

9.- En ocasiones tuvimos que ceder el paso en algún puente. La carretera N1 es de doble sentido y rodea toda la isla, pero en algunos tramos, especialmente en algunos puentes, solo cabe un vehículo a la vez.

10.- Visitamos la cascada Gullfoss. En realidad son varias cascadas que levantan una gran nube. Nos tocó un día lluvioso y no pudimos ver el famoso arco iris que se ve en algunas fotos. El paraje es realmente espectacular y aunque está acotada la zona, puede resultar peligrosa no solo para los niños. De hecho vimos como una turista japonesa se escurrió porque el suelo estaba resbaladizo y cayó golpeándose la cabeza.

11.- Hicimos una ruta por el parque nacional de Thingvellir, donde se encuentra la zona de separación de las placas tectónicas americana y euroasiática. Dentro de algunos millones de años, Islandia se dividirá en dos.

12.- En la misma zona se encuentra la localización del que se supone fue el primer parlamento de un país europeo. Data nada menos que del año 930. El príncipe H y la princesa Zeta nos estuvieron explicando cosas muy interesantes sobre el tema, todo por un paquete de esas patatas fritas que no son patatas. En esta zona está la cascada Öxarárfoss.

13.- Estuvimos en la falda del volcán Snæfellsjökull (glaciar de Snæfell) donde Julio Verne situó la entrada para su "Viaje al centro de la tierra".

14.- Admiramos los preciosos paisajes llenos de marshmallows. Se trata de balas de heno que envuelven en plástico para que se conserven para el invierno. Según nos explicaron, los colores tenían que ver con el apoyo a distintas causas. Conseguimos hacer algunas fotos subidos encima, aunque nos dimos cuenta de que a los lugareños no les hacía mucha gracia que hiciéramos fotos ahí.


15.- Estuvimos comiendo muy cerca de la montaña Kirkfell, que últimamente sale en casi toda la publicidad que veo del país.

16.- También paseamos alrededor de la cascada Kirkjufellsfoss, que tenía bastantes ovejas pastando por los alrededores.

17.- En una ocasión tuvimos que parar la caravana para que unas cuantas ovejas cruzaran la carretera.

18.- Nos fotografiamos en la famosa cascada Godafoss. Sí, una cascada más. Me pareció bastante peligrosa, porque había que saltar por encima de algunas piedras para llegar a las mejores vistas.

19.- Subimos hasta el cráter del volcán Hverjfall. La pendiente no parecía tan pronunciada hasta que empezamos a subir. Creo que no estaba en muy buena forma porque me costó horrores. Desde arriba la vista al cráter y al paisaje circundante era magnifica.

20.- Fuimos atacados por una muchísimos mosquitos que había en el parking de acceso al volcán. Tantos había que era imposible hablar sin tragarte alguno.

21.- Pagamos con tarjeta de crédito por ir al baño en unas instalaciones que estaban al lado del volcán. Era la única forma de poder entrar sin saltarte el torno, claro. Desde luego no era para ir con prisas.


22.- Cansados de ver tantas cascadas y de escuchar la frase "¿Otra cascada?", vimos por casualidad una granja-restaurante al lado de la carretera cuando nos paramos a hacernos unas fotos con los marshmallows. Allá que fuimos a merendar (bueno, alguno se pidió una hamburguesa). Los niños dieron de comer a las vacas y vieron en directo cómo se ordeñaba. El lugar se llamaba Vogafjos Cowshed Cafe y nos encantó. Tanto la hamburguesa como los cafés y los postres caseros estaban buenísimos. Sin duda es un sitio para no perdérselo.

23.- Fuimos a ver la gruta Grjótagjá, que hace años usaban como una especie del balneario porque tenía piscinas de agua caliente en su interior. En la actualidad está inutilizada debido a un terremoto.

24.- Hicimos una ruta bajo la lluvia hasta la cascada Detifoss. El paisaje hasta ella parecía de otro planeta. Se trata de la cascada más caudalosa de Europa. Aunque no hubiese estado lloviendo nos hubiésemos mojado igual con la bruma que genera esa gran cantidad de agua cayendo. Otra cascada que me pareció bastante peligrosa para el turismo masivo. Menos mal que por ahora no es muy masivo. Desde esta cascada también se ve la cascada Selfoss, que está como un par de kilómetros río arriba. Lo dicho, cascadas para aburrir.

25.- Amanecimos muertos de frío en el camping Möðrudalur, en el que no tenían agua caliente en los grifos. Y la que salía estaba fría, pero fría de verdad. Apetecía muy poco ponerte a lavar los platos ahí. Fue sin duda el peor camping en el que estuvimos. La parte buena fue que había un pequeño parque hecho artesanalmente de madera y el príncipe A estuvo jugando mientras que preparábamos las caravanas para la ruta.

26.- Hubo una gran convivencia entre los primos, que se iban cambiando de caravana según les apetecía el juego de mesa que había en la otra. Porque otra cosa no, pero a juegos de mesa jugamos durante largas horas. De hecho hacíamos nuevas adquisiciones cuando parábamos en alguna tienda.

27.-Casi nos quedamos sin pantalones limpios para los pequeños, por no hablar del montón de calcetines mojados que iban secándose en una de las redes que tenía la caravana para enganchar cosas.

28.- Suerte que encontramos unas colchonetas gigantescas y se pusieron a saltar sobre ellas. Como estaban mojadas, al resbalarse hacían el trabajo de ir lavando los pantalones. Qué pena que esas colchonetas no se puedan poner en un país como el nuestro, estarían abrasando con poco sol que hiciese. Estoy segura de que es una de las mejores cosas que recuerdan del viaje.


29.- Jugaron al fútbol en un campo de hierba recién cortada.

30.- Descubrimos lo amable que puede ser la gente con los extranjeros cuando estos necesitan ayuda. Recibimos una gran ayuda por parte de una familia cuando conseguimos que entendieran lo que nos pasaba. Esto nos ocurrió en el pueblecito de Djúpivogur, en la calle Hamrar.

31.- En esa misma calle paramos a comer y cual fue nuestra sorpresa que al poco tiempo empezaron a parar más y más caravanas y llenamos la calle. Nos quedamos sin saber si eso había sido una casualidad porque no parecía especialmente apropiado para caravanas.

32.- Grandes y pequeños colaboramos en las tareas de fregar los platos, ordenar y limpiar la caravana. Tantas ganas de hacer cosas tenían los niños que incluso alguno se ofreció a hacernos de guía en el pueblo de Egilsstadir.

33.- Probamos la hamburguesa de reno y la pizza de langosta. El restaurante Kaffi Hornid en el pueblecito de Höfn nos encantó. Resultó que uno de los camareros era de Murcia.

34.- Hicimos un par de noches en el camping Skatfatell, al lado del glaciar del mismo nombre, en el Parque Nacional de Vatnajökull. La primera mañana madrugamos porque teníamos muchas ganas de ver un glaciar en vivo. Bueno, madrugué yo y una china que me encontré por el camino. Serían algo así como las 7 de la mañana y la lengua del  glaciar estaba más o menos a un kilómetro, así que como todos estaban durmiendo, me aventuré a ir. Fue una de las mejores sensaciones del viaje, acercarte tú solo (la china que caminaba por delante de mí había desaparecido) a la lengua del glaciar. Todo esto a una distancia más que prudencial, como indicaban las señales. Siempre recordaré ese murmullo que hacía el glaciar en su lentísimo movimiento, fue realmente impresionante.

35.- También fue impresionante ver la fauna y la flora de ese lugar en ese momento, adaptada a un clima tan extremo.


36.- Caminamos por encima de un glaciar, equipados con arneses y crampones. También nos dieron piolets, al parecer para que quedasen bonitos en las fotos. Luego nos daríamos cuenta de que los arneses eran por si nos tenían que sacar de algún agujero al que cayésemos. Tras pasar el susto inicial creyendo que te vas a caer rodando por la ladera del glaciar, la cosa fue bastante bien. Nos dejaron beber agua de los pequeños charcos que se hacían con el deshielo. Qué experiencia tan excepcional fue esta excursión y sobre todo darte cuenta de primera mano de los estragos que está haciendo el cambio climático.

37.- Hubo un momento en que la felicidad se hizo presente para la princesa Zeta en forma de costillas a la barbacoa, para otros fue más bien en forma de cerveza.

38.- Surcamos las aguas de la laguna glaciar Jokulsárlón en un bote anfibio. En esta laguna flotan los icebergs que se van desprendiendo del glaciar. Nos contaron que allí mismo se habían rodado unas escenas de una película de James Bond. En la laguna vimos una foca despistada que de vez en cuando sacaba la cabeza para que los turistas pudiésemos hacerle fotos.

39.- Algunos se mojaron los pies en la Diamonds Beach, que toma el nombre porque es donde van a parar al mar los icebergs que flotan en la laguna. A veces se depositan sobre la arena negra y los pequeños trozos de hielo parecen diamantes. El agua estaba realmente helada pero había algunas personas que se atrevieron a meterse dentro.

40.- Después de un día intenso, algunos nos atrevimos a hacer una ruta hasta la cascada Svartifoss, en la que al parecer se inspiró el arquitecto de la catedral de Reikiavik.

41.- Vimos los famosos trolls desde la playa de Vik y Myrdal. Este pueblo tiene una iglesia preciosa.

42.- Nos acercamos hasta la playa de Reynisfjara para ver los famosos frailecillos, que no son otra cosa que unos preciosos pingüinos con el pico de llamativos colores. Estos animales tienen sus nidos hechos sobre el acantilado y se van al mar algunas horas al día para comer.


43.- Contemplamos las columnas de basalto que se encuentran en esta playa, una de las más peligrosas del mundo por sus olas. Había carteles que lo indicaban debido a las vidas que se han cobrado.

44.- Tomarte una cerveza Viking, de 2,25 grados pero de medio litro para compensar, con el telón de fondo de la cascada Skógafoss no tuvo precio. La cerveza es muy cara en Islandia y según nos dijeron la venden con tan poca graduación por los problemas que hay de alcoholismo en el país.

45.- Paseamos por detrás de la cascada Seljalandsfoss. Tuvimos la precaución de colocarnos un chubasquero porque de ahí sales mojado sí o sí. Hicimos un video muy chulo que luego borramos sin querer.

46.- Los niños se hicieron una foto con un pingüino gigante que era un anuncio de esta zona de Islandia.

47.- Completamos la zona de caravanas del camping de Reikiavik. No reservamos plaza en ningún camping y de hecho había mucho hueco en todos los que estuvimos. Pero en este, que era uno de los mejores, tuvimos la suerte de poder pillar las dos últimas plazas que había para caravanas.

48.- Callejeamos por las preciosas calles de Reikiavik, una ciudad pequeña y bastante bonita. Vimos la original catedral (Hallgrímskirkja).

49.- Nos hicimos fotos en la escultura Sun Voyager, que recuerda a un barco vikingo y al esqueleto de una ballena.


50.- Para comer tomamos un riquísimo plato de pescado rebozado con patatas en Icelandic Fish&Chips, que se encuentra cerca del puerto. Nos encantó este sitio.

51.- Hablando de sitios de comer que nos encantaron, a la pastelería artesanal Brauð & Co  fuimos nada menos que dos veces el mismo día. Toda la bollería que probamos estaba buenísima, especialmente los rollos de canela y los croissants.

Si has llegado hasta aquí habrás visto que se pueden hacer muchas cosas si viajas a Islandia. Si quieres leer sobre este viaje contado desde otros puntos de vista, puedes mirar aquí:

Yo volvería ahora mismo con los ojos cerrados.

viernes, 1 de febrero de 2019

Macetas con lego

Teníamos muchas ganas de hacer esta manualidad pero, a pesar de tener miles de piezas lego, no disponíamos de las piezas adecuadas. Hasta que el día del cumpleaños del príncipe A fuimos a una tienda de la marca Lego. Allí venden botes que puedes rellenar con las piezas que tú quieras, siempre y cuando puedas cerrar el bote.


Nuestro bote no lo llenamos bien a la primera y el chico de la tienda nos sugirió que moviésemos las piezas para que nos cupieran más. Qué majo el chaval.

Ahora tenemos tres nuevas macetas lego para poner nuestros cactus.