viernes, 14 de abril de 2017

Toledo en familia

La vida en familia es mucho mejor, no hay duda. Hace dos fines de semana disfrutamos de la vida en familia por las calles de Toledo.

Para descubrir las calles de Toledo, primero hay que coger fuerzas a base de desayunar bien, como si no fuéramos a comer más en todo el día. Gofres y tortitas a discreción fue el menú del desayuno, regado con un montón de frutos rojos, que tienen muchos antioxidantes.


Como casi siempre, hicimos el viaje hasta el casco histórico en autobús, que eso a los niños les gusta mucho. 

Visita obligada siempre es la Plaza de Zocodover y la Calle Comercio hasta la Plaza del Ayuntamiento. Hubo una parada técnica en la librería Hojablanca, donde cada uno a fue a su bola y algún libró cayó, para aumentar más si cabe la lista de libros pendientes. Los primos se dividieron por grupos de edad y cada uno se puso en un rincón a leer. Eso de que les guste leer es, más o menos, como si te toca la lotería.

Hacía muy buen tiempo, pero las calles del casco histórico no estaban tan llenas de turistas como en otras ocasiones. Los niños se quedaron sorprendidos con los escaparates donde se exhibían las famosas espadas toledanas. Pero creo que lo que más les sorprendió fue la polémica fuente situada en la Plaza del Ayuntamiento. Allí que se sentaron para ver cómo se iba llenando y cómo algunos padres dejaban a sus hijos meterse dentro, con zapatos puestos incluidos. Personalmente no me termina de gustar esa fuente, es lo que tiene el arte, que no gusta a todo el mundo por igual.



Para regocijo de la princesa Zeta y mío, estuvimos recargando fuerzas en el restaurante japonés Musakaya, que está en el mercado de San Agustín, muy cerca de Zocodover. Nos encanta este restaurante, la comida está buenísima.

Por la tarde hicimos una visita guiada por el barrio conventual. Esta ruta nos gustó mucho, incluso al príncipe Hache, que es un gran crítico. Aprendimos muchas cosas del extenso patrimonio cultural de Toledo. Vimos ejemplos de cruces tumularias, que se supone indican donde ha ocurrido una muerte luctuosa. También supimos lo que era una calle robada, que no es más que un callejón que desapareció del plano porque se utilizó para construir una casa. La de veces que habremos pasado por delante de esta calle robada sin enterarnos de lo que era.

En definitiva, la ruta nos gustó mucho y el guía se ganó el sueldo, perseguido por cuatro primos ávidos de información.



A todas luces un fin de semana intenso y divertido que esperamos repetir muy pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario