viernes, 5 de mayo de 2017

Qué visitar en Tenerife

En otoño de 2012 estuvimos en Tenerife con los abuelos de Cuenca, aprovechando el puente de Todos los Santos. Era el primer viaje en avión que hacíamos con los niños, que por aquel entonces tenían 3 y 5 años, y la experiencia fue bastante buena.

Nos alojamos en un hotel de Puerto de la Cruz, al norte de Tenerife. Esta zona nos gustaba más que la zona sur porque, aunque el paisaje es volcánico, hay muchísima vegetación.

Unos días antes de llegar había habido un fuerte temporal en las islas y nos encontramos con bastantes árboles destrozados. Justamente llegamos en el momento de calma que sigue a la tempestad.

Y aquí es donde empezó nuestro cariño por las Islas Canarias.

Día 1

La verdad es que nuestro viaje empezó con un gran problema, menos mal que no siempre las primeras impresiones son las que quedan. Cuando llegamos a la agencia de alquiler de coches con la que habíamos reservado un coche para desplazarnos por la isla, nos dicen que no hay ningún coche reservado a nuestro nombre. Les dije que yo había hecho la reserva por teléfono para asegurarme de que íbamos a tener el coche y me dicen que parecía como si se hubiese hecho un apunte de reserva pero que en realidad no había ningún coche reservado. Y que tampoco podían ofrecernos en ese momento nada con las características que estábamos pidiendo, que no eran otras que un coche donde pudiésemos viajar los 6. Os podéis imaginar la situación de estar sin coche cuando todo el viaje estaba planteado entorno a las rutas que íbamos a hacer por la isla. Lo peor de todo es que no intentaron buscarnos ninguna solución.

Por suerte, justo enfrente del hotel vimos que también se alquilaban coches y pudimos conseguir uno como el que estábamos buscando. Y, aunque casi tuvimos que empujarle para salir del garaje, que estaba en el sótano, nos solucionó el tremendo problema. Tanto es así que una hora más tarde ya estábamos en camino.

Icod de los vinos.

Por lo que es conocido este bonito pueblo es por el Parque del Drago, donde se encuentra el famoso drago milenario. Nosotros no entramos al parque, las fotos del drago las hicimos desde la plaza donde está la Iglesia de San Marcos. Habíamos leído que la gente hacía eso y la verdad es que había mucha gente haciéndose fotos desde ahí. Lo que sí hicimos es probar el vino y el queso que te ofrecen en las múltiples tiendas que hay en la zona. Y llevarnos algunos recuerdos en forma de botellas de vino, eso también lo hicimos.

Acantilados de los Gigantes.

La ruta del día continuó hasta los Acantilados de los Gigantes, situados en la zona costera del municipio de Santiago del Teide, en la zona este de la isla. Se trata de acantilados de hasta 600 metros de altura que impresionan mucho. La carretera hasta llegar a la zona de la costa desde donde se pueden ver los acantilados es muy montañosa, llena de pendientes y curvas. 

Aquí nos faltó hacer una excursión en barco para poder admirarlos en todo su esplendor, pero teníamos una agenda muy apretada. Eso lo haremos seguro en la siguiente visita

Caserío de Masca.

Esa misma tarde vivimos una experiencia única por el miedo que pasamos para llegar al lugar y luego para regresar. Masca está situado en una zona de muy difícil acceso, la carretera es muy estrecha, con muchísima pendiente y tiene infinidad de curvas, tan cerradas que en alguna ocasión tuvimos que hacer maniobras. Es sin dudas el viaje en coche más peligroso que he hecho. Tanto es así que, a pesar de las vistas, no sé si lo volvería a repetir. Además del peligro que tiene de día, imaginaos la vuelta, ya que se nos hizo de noche allí.


Día 2

El segundo día lo aprovechamos para dar un paseo por Puerto de la Cruz y ver los lagos Martiánez, un complejo de piscinas y pequeñas islas del que no pudimos disfrutar en esa ocasión.

Valle de La Orotava.

El Valle de La Orotava esta situado en el norte de Tenerife. Es un valle muy verde y con muchísima pendiente, de hecho, el término municipal de La Orotava incluye al Teide.

Todo el casco histórico es muy bonito, pero en concreto visitamos La Casa de los Balcones. Por fuera es una casa muy bonita donde destacan sus balcones y por dentro se trata de una especie de museo-tienda, donde se pueden ver muchas cosas típicas de la isla.

Aquí nos cayó una tromba de agua impresionante, menos mal que no nos pilló desprevenidos porque íbamos provistos con los chubasqueros que os había traído la abuela de regalo. Aunque las zapatillas del príncipe A no pudieron resistirlo y terminó con los pies chorreando.

San Cristobal de la Laguna.


Por la tarde paseamos por San Cristobal de la Laguna y como por la mañana los mayores no nos habíamos mojado, esta fue la ocasión adecuada. Acabamos todos chorreando de la que nos cayó encima y deseando llegar al hotel. Así que no pudimos ver lo que teníamos previsto. Así se puede entender que el paisaje fuera tan verde.


Día 3



La visita de este día era el plato fuerte de nuestro viaje. Y así de fuerte empezó la princesa Zeta, desayunando huevos fritos con jamón en el buffet del hotel. ¡Qué bien come mi niña! El príncipe A tampoco estuvo nada mal atacando la bandeja de churros.

Parque Nacional del Teide.

El Parque Nacional del Teide fue declarado parque nacional en 1954 y Patrimonio Mundial de la Humanidad en 2007. Además se trata del parque nacional más visitado de España y una auténtica maravilla de la naturaleza. Una visita imprescindible y un disfrute total para alguien como yo, a quien le encantan los paisajes volcánicos.

Nuestra idea era subir hasta el pico del Teide, y de hecho habíamos reservado para subir a pie el último tramo, justo a partir de donde te deja el teleférico. Pero tuvimos mala suerte y cuando llegamos no estaba funcionando el teleférico debido al mal tiempo. Y la verdad es que hacía una frío que pelaba, pero aprovechamos para pasear disfrutando del paisaje y hacer montones de fotos.


A la hora de comer les tenía guardada una gran sorpresa, y es que había reservado para comer en el Parador Nacional del Teide. Así que disfrutamos de una comida riquísima con unas vistas inmejorables.

Y estos son los recuerdos de un viaje hecho hace más de 4 años y cuyas imágenes las tengo aún muy presentes.

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