Ahora que ya hemos entrado en el otoño, o eso parece, me he acordado de un excursión muy chula que hicimos hace nada menos que 6 años al Hayedo de Tejera Negra. Se trata del hayedo más al sur de Europa.
En aquella ocasión fuimos con los primos de Toledo y como el hayedo nos pilla un poco lejos para ir y venir en el día, nos alojamos en Cantalojas, que está muy cerca del centro de interpretación. Así aprovechamos también para ver otros pueblos de la arquitectura negra.
El principe A y yo nos dimos cuenta de que en ese pueblo hacía muchísimo frío, y eso que era noviembre, cuando nos levantamos temprano y nos fuimos a dar un paseo. Es lo que tiene ser los más madrugadores de la casa y no querer que los demás se despierten con nuestros cánticos matutinos.
El otoño es la época ideal para visitar este maravilloso hayedo, por los colores que nos deja ver y porque aún no hay nieve. Hay varias rutas que se pueden hacer para ver en todo su esplendor este parque natural. Una opción es dejar el coche en el aparcamiento del centro de interpretación, donde se inicia la senda del Robledal, de 17 Km. y que está a 8 km. del inicio de la senda de Carretas.
Al ir con niños pequeños, elegimos la senda de Carretas que es circular y de unos 6 Km y se inicia en el parking del parque. Creo que la mejor opción es dejar el coche en este parking, para el que hay que hacer una reserva por internet y pagar una pequeña tasa. Las reservas se pueden hacer desde esta página web. También hay información sobre las normas de visita al parque y otras cuestiones que me hubiesen venido muy bien saber, como que no es recomendable ir con carrito de bebé.
Nosotros iniciamos la ruta tan contentos con nuestro carrito, cargado con cervezas para más inri, porque nos habían dicho que sí se podía. Craso error porque a un 1 km de iniciarla nos dimos cuenta de que era completamente inviable. El padre de las criaturas se tuvo que volver al coche a dejar el carro y la madre de las criaturas tuvo que coger al pequeño, que aún no tenía 2 años, y llevarlo encima durante algunos kilómetros que se me hicieron eternos, sobretodo la subida hasta el mirador.
Esta es una excursión totalmente recomendable para ir en familia, que si no fuera porque nos pilla un poco lejos, la repetiría ahora mismo por lo que disfrutaron los niños jugando con todo lo que pillaban por el camino y sobretodo de la naturaleza en todo su esplendor.