jueves, 27 de octubre de 2016

Bizcocho calavera especial Halloween

Este es nuestro bizcocho calavera, que otro año más volveremos a hacer. La masa para el bizcocho puede ser cualquiera, por ejemplo este rico bizcocho de coco. Aunque se puede hacer un bizcocho rectangular y luego cortarlo para darle forma, nosotros lo hicimos con una molde que compramos en la tienda on line María Lunarillos.

Para decorarlo, aunque da bastante miedo con sólo el chocolate de cobertura, utilizamos distintos productos de decoración, algunos comprados en la misma tienda y otros directamente en el supermercado, como los tubos para hacer líneas de colores. Como no podía ser de otra manera, gustándonos como nos gustan las calaveras mejicanas, intentaron hacer una catrina y creo que más o menos lo consiguieron.

Y desde luego, la obra de arte duró bastante poco. ;)




viernes, 21 de octubre de 2016

Fantasma y momia

Este año hemos ampliado la decoración para Halloween y eso que ya tenemos una bolsa llena en el trastero con la decoración de otros años. Anda que no nos gustan las cosas que dan miedo: fantasmas, calaveras, momias, vampiros y monstruos en general.

Los materiales no pueden ser más sencillos y baratos.

Para las momias:
  • Botes de cristal.
  • Gasas.
  • Ojos de plástico.
  • Velas.
  • Cola blanca.
Elaboración:

Se da cola por toda la parte exterior del bote. Se cortan las gasas en tiras y se van pegando por toda la superficie encolada. Se pegan los ojos. Se mete un vela y se enciende.

Para los fatasmas:
  • Bolas de poliespan.
  • Palitos finos de madera.
  • Ojos de plástico.
  • Servilletas blancas de papel.
  • Pegamento en barra.

Elaboración:

Se pincha la bola en el palito. Se pone por encima de la bola la servilleta, arrugándola un poco justo por donde se une la bola y el palo. Se pegan los ojos.

Y a pasar mucho miedo. ;)

viernes, 14 de octubre de 2016

Hayedo de Tejera Negra

Ahora que ya hemos entrado en el otoño, o eso parece, me he acordado de un excursión muy chula que hicimos hace nada menos que 6 años al Hayedo de Tejera Negra. Se trata del hayedo más al sur de Europa.

En aquella ocasión fuimos con los primos de Toledo y como el hayedo nos pilla un poco lejos para ir y venir en el día, nos alojamos en Cantalojas, que está muy cerca del centro de interpretación. Así aprovechamos también para ver otros pueblos de la arquitectura negra.

El principe A y yo nos dimos cuenta de que en ese pueblo hacía muchísimo frío, y eso que era noviembre, cuando nos levantamos temprano y nos fuimos a dar un paseo. Es lo que tiene ser los más madrugadores de la casa y no querer que los demás se despierten con nuestros cánticos matutinos.

El otoño es la época ideal para visitar este maravilloso hayedo, por los colores que nos deja ver y porque aún no hay nieve. Hay varias rutas que se pueden hacer para ver en todo su esplendor este parque natural. Una opción es dejar el coche en el aparcamiento del centro de interpretación, donde se inicia la senda del Robledal, de 17 Km. y que está a 8 km. del inicio de la senda de Carretas.

Al ir con niños pequeños, elegimos la senda de Carretas que es circular y de unos 6 Km y se inicia en el parking del parque. Creo que la mejor opción es dejar el coche en este parking, para el que hay que hacer una reserva por internet y pagar una pequeña tasa. Las reservas se pueden hacer desde esta página web. También hay información sobre las normas de visita al parque y otras cuestiones que me hubiesen venido muy bien saber, como que no es recomendable ir con carrito de bebé.

Nosotros iniciamos la ruta tan contentos con nuestro carrito, cargado con cervezas para más inri, porque nos habían dicho que sí se podía. Craso error porque a un 1 km de iniciarla nos dimos cuenta de que era completamente inviable. El padre de las criaturas se tuvo que volver al coche a dejar el carro y la madre de las criaturas tuvo que coger al pequeño, que aún no tenía 2 años, y llevarlo encima durante algunos kilómetros que se me hicieron eternos, sobretodo la subida hasta el mirador.

Esta es una excursión totalmente recomendable para ir en familia, que si no fuera porque nos pilla un poco lejos, la repetiría ahora mismo por lo que disfrutaron los niños jugando con todo lo que pillaban por el camino y sobretodo de la naturaleza en todo su esplendor.

viernes, 7 de octubre de 2016

Flores de la abuela

La princesa Zeta llevaba varios días erre que erre que quería ir al pueblo a hacer flores con la abuela. Como para negarse, con lo buenas que están.
Se trata de uno de esos dulces típicos de nuestra tierra, con muy pocos ingredientes, pero que debido al molde que hay que utilizar no se hace en todas las casas. A ver si podemos pillar uno de esos "floreros" para poderlas hacer nosotros en casa.

Los ingredientes no pueden ser más fáciles:
  • Una docena de huevos.
  • Medio vasito de agua.
  • 250 gr. de harina.
  • Aceite de oliva para freir.
  • Harina como si no hubiera un mañana (en el caso de dejar a la princesa Zeta o a su abuela al cargo).
Elaboración:

Se baten muy bien los huevos. Se añade el vasito de agua y se vuelve a batir. Se añade la harina tamizada y se vuelve a batir todo muy bien para que no queden grumos. La mezcla se vierte en un recipiente hondo para que se puedan meter bien los moldes.
Mientras, se puede poner a calentar abundante aceite de oliva en una sartén bastante honda. Se meten los moldes dentro para que se calienten muy bien. Es muy importante que estén muy calientes para que se adhiera bien la mezcla.
Se van metiendo los moldes en la mezcla durante 3-4 segundos, comprobando que la mezcla se ha quedado pegada a las paredes. A continuación se lleva a la sartén sumergiéndolo completamente en el aceite durante unos 10-12 segundos. Se saca del aceite y con un golpe seco hacia abajo se intenta despegar la flor que ya estará medio frita. Se tiene que freir por ambos lados. El molde se vuelve a dejar dentro del aceite para que no pierda el calor.
Nosotros utilizamos dos moldes para ir más rápido porque la verdad es que no cunde mucho.
Una vez fritas, se colocan sobre un papel para que absorba el aceite sobrante y se les echa un poco de azúcar por encima.

Y a disfrutar.