viernes, 25 de noviembre de 2016

Calendario de adviento Navidad 2016

Hacer un calendario de adviento es ya una tradición más instaurada en casa en Navidad. Este es nuestro calendario de adviento para este año. 

Para hacerlo hemos utilizado:
  • Un palo de unos 8 milímetros de grosor y 30 centímetros de largo.
  • Cuerda roja.
  • Cintas de tela en tonos rojos y blancos.
  • Cintas adhesivas en colores rojo y plata.
  • Pegatinas navideñas.
  • Rotulador de color plata.
  • Post-it para poner la sorpresa dentro.
  • Folios de color verde.
  • Otros adornos navideños.
  • Tijeras
  • Silicona caliente para pegar los triángulos a las cintas.
  • Perforadora para agujerear los triángulos.
Los triángulos tienen una base y una altura de 8 cm. Para cada día se utilizan dos triángulos, pegados por los lados, una vez introducida la sorpresa. Con un folio hay para 6 días.
Las cintas de las que cuelgan los triángulos tienen distintas alturas, desde los 28 cm a los 18, para que no queden al mismo nivel y se vean mejor.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Qué hacer un fin de semana en Cuenca

A pesar de que en noviembre debería hacer mucho más frío, hemos agradecido que no lo hiciera tanto para poder disfrutar mejor de las maravillas que se pueden ver en la Serranía de Cuenca.

Si vamos un fin de semana, podemos aprovechar el primer día para acercarnos a ver "Los Callejones de Las Majadas". Están situados a escasos 2 kilómetros del pueblo conquense de Las Majadas, dentro del Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Tienen ese nombre por la forma que tienen las rocas en algunos lugares.

Las rocas son similares a las de la Ciudad Encantada, que se encuentra cerca, pero lo mejor de este sitio es que es gratis.

La ruta se puede hacer en una hora, a no ser que vayas con 3 pequeñas cabras que se quieren subir a todas partes. Al final de la ruta, o al comienzo ya que es circular, hay varias mesas para poder comer, que es lo que hicimos nosotros. La verdad es que pasamos un poco de frío porque están debajo de los pinos y no daba nada el sol. Echamos de menos una café calentito para entrar en calor.

Tanto a la ida como a la vuelta en coche, nos encontramos con muchísimos animales, incluso en medio de la carretera: caballos, vacas, cabras, ovejas y hasta un gato despistado.

Como anochece pronto, después de comer nos fuimos a ver el Ventano del Diablo, que está bastante cerca y no se tarda nada en visitar.

Después fuimos a ver la Laguna de Uña, que también pilla cerca. Ya estuvimos en verano haciendo la ruta corta alrededor de la laguna y nos encantó, a pesar del calor que pasamos. En esta ocasión pasamos más bien frío, sobretodo porque al irnos paramos en el centro de interpretación de la laguna y bajamos sin abrigo. La persona que estaba en ese momento nos dijo que si queríamos ver un vídeo sobre la formación de la laguna y estuvimos viéndolo.

Hasta tuvimos tiempo, después de cenar, de ir a ver las Casas Colgadas iluminadas y cruzar el Puente San Pablo, que por la noche da menos miedo.



El domingo aprovechamos para ir al Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, que la entrada es gratis. Es un museo pequeñito pero con experimentos muy interesantes para los niños y donde tienen la máxima de "prohibido no tocar". Y lo que les faltaba por oír, tocaron todo lo tocable. Dentro del museo hay un planetario y estuvimos viendo una película. Pero al parecer, a la princesa Zeta no le resultó suficiente, ella quería un planetario más grande, tipo el de Madrid, y así se lo hizo saber a la salida, al guía que nos había recibido al entrar. Y éste, en compensación, les trajo una guías del museo que al parecer no se las dan a todo el mundo. ¡Qué suerte!

Al salir del museo nos dirigimos hacia la plaza de la Torre de Mangana, que está justo al lado y tras las obras ha quedado preciosa. Esta plaza me trae muchos recuerdos, la de tardes que habré pasado jugando ahí. Incluso una vez entré a la torre, que está cerrada al público, tenía yo unos 8 años.

A riesgo de no parecer objetiva, diré que en Cuenca hay rincones preciosos a cada paso y es una maravilla pasear por esas calles. Y luego, si tienes la suerte de sentarte a comer al lado de la catedral, unos platos buenísimos y con buena compañía, no puedes pedir nada más. Ya casi te da igual que el camarero tan simpático que te atiende, se equivoque dos veces con la cuenta. ;)

viernes, 11 de noviembre de 2016

Historias de cumpleaños infantiles

En menudo lío nos metemos los padres la primera vez que organizamos o vamos a un cumpleaños infantil. Nos metemos ya en una espiral de celebraciones de la que ya no salimos hasta que ellos mismos organizan o van a su primer botellón (de refrescos, claro).

La primera vez que nos invitaron a un cumpleaños infantil fue cuando la princesa Zeta tenía 3 años, en primero de infantil. Y ya fue en un parque de bolas. La primera vez que invitan a tu hijo no sabes muy bien qué hacer, si llevar a tu hijo o no llevarlo. Si no lo llevas, piensas que tu hijo se va a quedar aislado y que ya no lo van a volver a invitar nunca. Y si lo llevas, te metes ya dentro del negocio, que igual es peor por las decepciones que se pueden llevar después.

La princesa Zeta celebró su primer cumpleaños en segundo de infantil y fue en casa. Invitamos a 5 compañeros de su clase, sus mejores amigos de aquel entonces, con alguna niña incluso había ido a la guardería. Ni qué decir tiene que no aceptamos regalos que hubiesen costado dinero, eso quedó claro en la invitación y así hicieron los invitados. Pero una madre le le hizo una especie de alfombrilla con fotos de sus compañeros de clase. Aún la tiene guardada en su estantería y le hace mucha ilusión cuando la ve.

Pero la bola de nieve empezó a crecer y crecer y pasamos a recibir muchas invitaciones de cumpleaños. Y no sé de dónde se sacó la bonita norma de que había que poner 10 euros de bote para comprarle un regalo al cumpleañero. Menos mal que al poco tiempo la tarifa bajó a 5 euros, se ve que empezó la crisis. Esta cantidad sigue instaurada a día de hoy y me sigue pareciendo excesiva. Alguna madre sugirió que se bajase esa cantidad, sobretodo si el cumpleaños lo celebraban entre varios, pero la propuesta fue desestimada.

En la clase del príncipe A hay instaurada una mejor manera, en mi opinión, de celebrar los cumpleaños. Hay 3 celebraciones al año, más o menos una por trimestre, y van todos los niños. En cada celebración se juntan de 4 a 6 niños para celebrarla. Aunque también se pone una cantidad en concepto de regalo para el cumpleañero, que suele ser de 2 euros por niño que cumple años. También es cierto que quien no puede pagar puede asistir a la celebración sin problemas. Sigo pensando que no habría que poner dinero, pero al menos es una cantidad mucho menor. Y además te quitas el problema de invitar a unos niños sí y a otros no, todos están invitados y ningún niño se siente discriminado.
En el caso de la princesa Zeta, excepto este último año, siempre ha invitado a todos sus compañeros. El año anterior no invitó a nadie, pero porque nos pilló en Chicago y pasó, según ella, el mejor cumpleaños de su vida. Algunas veces también se ha juntado con algún compañero para celebrarlo. A ella tampoco la invitan todos los niños de su clase, cosa que me parece normal, por otro lado.

Con respecto a invitar o no, nos hemos encontrado con situaciones bastante surrealistas. Una vez fue a un cumpleaños, invitada por un compañero y se encontró con que era una celebración compartida con otro compañero, el cual no la había invitado. 

Pero la princesa Zeta, por suerte para ella, no se toma las cosas como yo y aprendo mucho de ella. Justo unos días antes de su cumpleaños, otro niño celebraba el suyo. La princesa Zeta no fue invitada a ese cumpleaños, aunque otros años sí lo había sido, incluso habían lo habían celebrado juntos en alguna ocasión. Pues pese a no ser invitada, ella sí quiso invitar a este compañero y así lo hizo, produciéndose una conversación muy didáctica, teniendo en cuenta que se trataba de niños que aún no habían cumplido 9 años:

-Toma Pepito, la invitación para mi cumpleaños. 
-Pero, princesa Zeta, yo no te he invitado al mío. Vamos a hacer una cosa, te devuelvo la invitación y hacemos como que tú tampoco me has invitado a mí.
-No, no, yo sí que quiero invitarte a mi cumpleaños, quédate con la invitación.

Al final el niño sí fue a su cumpleaños y la princesa Zeta, una vez más, me dio una lección de cómo comportarse y resolver situaciones complicadas.

Y no ha sido esta la única situación complicada con la que ha tenido que lidiar la pobre. Tampoco fue invitada a otro cumpleaños que casualmente se celebraba en una bolera a la que nosotros también solemos ir. La cara que se nos quedó cuando al entrar vinieron un montón de compañeros suyos preguntándole si venía al cumpleaños, fue todo un poema. Por supuesto, no teníamos ni idea de que allí se estaba celebrando ese cumpleaños. Pero en fin, son cosas que pueden ocurrir en ciudades pequeñas.

Por suerte, por ahora no los he visto molestos o tristes por no haber sido invitados a un cumpleaños, cosa que sí he visto en otros compañeros. Al fin y al cabo son niños y lo único que quieren es verse integrados en el grupo y divertirse todos juntos.





viernes, 4 de noviembre de 2016

Port Aventura en Halloween

No pudimos coger peor fecha para acercarnos con los niños a Port Aventura que la festividad de Todos los Santos, ahora también conocida como Halloween. Sabíamos que iba a ir mucha gente por las fechas que eran, eso es cierto, se trataba de un puente escolar, hacía muy buen tiempo, el parque estaba ambientado en la fiesta de Halloween, pero aquello ya fue demasiado.

Y desde luego la gente no tiene la culpa, cada uno elige el momento que mejor le viene para poder acercarse. La culpa es de la propia empresa que gestiona el parque, que sabiendo lo que iba a ocurrir, ya que no es el primer año que pasa, dejó que la gente siguiera comprando entradas para el parque, a sabiendas de que no va a ofrecer los servicios que corresponden por la entrada que se paga, que precisamente no es barata. La pela es la pela al fin y al cabo. Yo considero esto una estafa en toda regla.

Y es que las colas eran interminables, más de 2 horas en las principales atracciones. Y en alguna, hasta 3 horas y media tuvo que esperar la gente. Me parece increíble que la gente pueda estar tanto tiempo esperando algo, que a la postre durará como mucho 1 minuto. Pero a ver qué haces, te has recorrido un montón de kilómetros con la familia para pasar un fin de semana genial y llegas y te encuentras esto. Supongo que no quieres perder más tiempo en reclamaciones, para las que por supuesto había también colas.

Incluso para los espectáculos, la gente se ponía a hacer cola más de una hora y media antes de que empezaran.

Menos mal que íbamos con la familia, así al menos la espera se hacía más amena. Y si no que se lo digan a los valientes que tuvieron que esperar más de dos horas para subir al Shambhala, la atracción estrella del parque, y eso que fueron nada más llegar. 

Los pequeños también tuvieron que esperar más de una hora para subir al Tami Tami, una pequeña montaña rusa. En esa cola tuvimos hasta un intento de colarse por parte de un padre con su hijo, imagino que por pura desesperación.


Pero no todo fue malo, los niños se lo pasaron en grande, parecía no importarles lo de de las colas. Es lo que tiene ir con los primos, que la diversión está asegurada. Incluso encontraron alguna atracción en la que no había cola y se volvían a subir en cuanto bajaban. También nos tocó el momento de darse cuenta de que eran demasiado altos para subir en una atracción o demasiados bajos, que de todo hubo.

Me da la impresión de que pasará mucho tiempo hasta que nos vuelven a engañar en este parque, quizás nos engañen en otros en menos tiempo. ;)