viernes, 18 de noviembre de 2016

Qué hacer un fin de semana en Cuenca

A pesar de que en noviembre debería hacer mucho más frío, hemos agradecido que no lo hiciera tanto para poder disfrutar mejor de las maravillas que se pueden ver en la Serranía de Cuenca.

Si vamos un fin de semana, podemos aprovechar el primer día para acercarnos a ver "Los Callejones de Las Majadas". Están situados a escasos 2 kilómetros del pueblo conquense de Las Majadas, dentro del Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Tienen ese nombre por la forma que tienen las rocas en algunos lugares.

Las rocas son similares a las de la Ciudad Encantada, que se encuentra cerca, pero lo mejor de este sitio es que es gratis.

La ruta se puede hacer en una hora, a no ser que vayas con 3 pequeñas cabras que se quieren subir a todas partes. Al final de la ruta, o al comienzo ya que es circular, hay varias mesas para poder comer, que es lo que hicimos nosotros. La verdad es que pasamos un poco de frío porque están debajo de los pinos y no daba nada el sol. Echamos de menos una café calentito para entrar en calor.

Tanto a la ida como a la vuelta en coche, nos encontramos con muchísimos animales, incluso en medio de la carretera: caballos, vacas, cabras, ovejas y hasta un gato despistado.

Como anochece pronto, después de comer nos fuimos a ver el Ventano del Diablo, que está bastante cerca y no se tarda nada en visitar.

Después fuimos a ver la Laguna de Uña, que también pilla cerca. Ya estuvimos en verano haciendo la ruta corta alrededor de la laguna y nos encantó, a pesar del calor que pasamos. En esta ocasión pasamos más bien frío, sobretodo porque al irnos paramos en el centro de interpretación de la laguna y bajamos sin abrigo. La persona que estaba en ese momento nos dijo que si queríamos ver un vídeo sobre la formación de la laguna y estuvimos viéndolo.

Hasta tuvimos tiempo, después de cenar, de ir a ver las Casas Colgadas iluminadas y cruzar el Puente San Pablo, que por la noche da menos miedo.



El domingo aprovechamos para ir al Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, que la entrada es gratis. Es un museo pequeñito pero con experimentos muy interesantes para los niños y donde tienen la máxima de "prohibido no tocar". Y lo que les faltaba por oír, tocaron todo lo tocable. Dentro del museo hay un planetario y estuvimos viendo una película. Pero al parecer, a la princesa Zeta no le resultó suficiente, ella quería un planetario más grande, tipo el de Madrid, y así se lo hizo saber a la salida, al guía que nos había recibido al entrar. Y éste, en compensación, les trajo una guías del museo que al parecer no se las dan a todo el mundo. ¡Qué suerte!

Al salir del museo nos dirigimos hacia la plaza de la Torre de Mangana, que está justo al lado y tras las obras ha quedado preciosa. Esta plaza me trae muchos recuerdos, la de tardes que habré pasado jugando ahí. Incluso una vez entré a la torre, que está cerrada al público, tenía yo unos 8 años.

A riesgo de no parecer objetiva, diré que en Cuenca hay rincones preciosos a cada paso y es una maravilla pasear por esas calles. Y luego, si tienes la suerte de sentarte a comer al lado de la catedral, unos platos buenísimos y con buena compañía, no puedes pedir nada más. Ya casi te da igual que el camarero tan simpático que te atiende, se equivoque dos veces con la cuenta. ;)

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