viernes, 30 de septiembre de 2016

Cajas con pintura de tiza

Esta ha sido una de las manualidades que hemos hecho este verano. Se trata de cajas de fruta pintadas con pintura efecto tiza y adornadas con letras.

Materiales:

  • Cajas de fruta que hemos ido recopilando de la familia.
  • Pintura efecto tiza de varios colores.
  • Cera para madera.
  • Brochas.
  • Letras para adornar.
Este tipo de pintura es al agua, con lo que lo de mancharse no es un gran problema. En algunas cajas hubo que dar dos manos porque tenían mucho colorido previo y no se tapaba bien a la primera. La pintura cunde muchísimo, de hecho creo que compramos demasiada porque nos queda la mitad en cada bote y las cajas se pintaron por fuera y por dentro.

Una vez la pintura está seca, se da la cera con un paño tal como indiquen las instrucciones del producto. En nuestro caso, dimos la cera, dejamos secar un poco y frotamos para dar algo de brillo.

Cuando está todo seco podemos decorar las cajas con letras pegadas o como se nos antoje. Nosotros pusimos palabras en inglés, parece que mola mucho más. ;)

Y este es el resultado final de nuestras manualidades veraniegas. Yo además he matado dos pájaros de un tiro porque he aprovechado para organizar todos los lápices, bolígrafos, rotuladores, etc., en una de las cajas, que falta hacía.


viernes, 23 de septiembre de 2016

Crónica de una feria de Albacete en familia

Hay que ver lo distinta que se puede ver una feria dependiendo de la edad con que la mires. Hace algo más de 20 años ni me habría molestado (más allá de que se me ensuaciasen los zapatos) por pisar según qué charcos. Pero ahora, al pasear (esto es un decir con tanta gente) por la feria de Albacete, me molestaba bastante que mis hijos y sus primos pisasen los mismos charcos. A saber de qué líquido serían.

En aquella época tampoco te molestaban los empujones y las apreturas. Ahora tienes miedo de poder perder a alguno entre la multitud. Antes te divertías tú, ahora te diviertes viendo que los tuyos lo hacen.

El panorama de ahora ha cambiado bastante y creo que a peor. Mucha más gente por todas partes y a todas horas. Demasiado agobio para poder disfrutarla.

En la feria de Albacete hay que cosas que hay marcadas para hacer sí o sí: beber un vino dulce, comer un bocadillo de muchas calorías, tomar un miguelito de La Roda, beber un mojito y comprar boletos en la tómbola de Cáritas.

El vino y el bocata se cumplieron sin problemas. Que hay que ver qué bocadillos tan sofisticados hacen: chorizo, morcilla y huevo frito. De estos pedimos más de uno.

El miguelito lo cambiamos por un gofre, con gran alegría por parte del prícipe Hache que creo que es su dulce favorito. 

El mojito parece ser que lo dejaremos para mejor ocasión, no se puede tener todo.

Pero en lo que sí triunfamos fue en la tómbola de Cáritas. Menuda cara se le puso al príncipe A cuando abrió su boleto y vio que le había tocado una bicicleta. Y menuda cara puso el resto de la familia. Vaya suerte que tuvimos porque sólo se sortean dos para toda la feria.

Así que nos volvimos para casa con una bicicleta desmontada en el maletero. Y falta que le hacía a la princesa Zeta, que tenía una bici de princesa, heredada, y que pesaba mucho. Ahora la va a poder disfrutar ella hasta que a su hermano le lleguen los pies a los pedales. Es lo que tiene ser hermana mayor.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Qué hacer en Cantabria

Por fin hemos hecho el viaje que teníamos previsto hacer a Cantabria a finales de mayo y no pudimos hacer.

Yo ya había visitado Cantabria en 2005, así que ya sabía qué cosas bonitas quería enseñarles, pero también le eché un vistazo al blog de mi amiga Ana, que siempre lleva un gato en su maleta. ;)

Los sitios que visitamos y el día en el que lo hicimos están pensados para rentabilizar al máximo el tiempo y poder aprovechar algunos extras, como en el caso de Altamira.

Esto es lo que hicimos, desde luego mucho más de lo que teníamos previsto:

Día 1:
Llegamos a mediodía a Suances, después de más de 500 Km. Con estas espectaculares vistas nos encontramos al bajar del coche. La foto está hecha desde el faro. Después de comer e instalarnos en el apartamento, nos dio tiempo de ver la playa de los Locos, pasear por la playa de la Concha hasta el puerto y mojarnos por la lluvia a la vuelta. Ya no volvió a llover en todo el viaje.


Día 2:
Comenzamos el día visitando la cueva del Soplao, una auténtica maravilla de la naturaleza. Hicimos la ruta de un kilómetro y quedamos en volver dentro de unos años para hacer la de 3 kilómetros, para la que hay que tener más de 12 años, ya que es mucho más larga y difícil, incluso hay que ir con un equipo adecuado. Ojo, que dentro de la cueva hace fresco. El guía iba incluso con forro polar. Las entradas nos costaron 12 € por adulto y 9,5 € por niño.
Las vistas desde el párking son espectaculares. Los niños alucinaban con las vacas en medio de la carretera, ya que por nuestra tierra no es nada habitual verlas. El príncipe A alucinaba más con la peste de las cacas de la vacas.

Después nos dirigimos a San Vicente de la Barquera, pueblo muy turístico y que está ubicado en un entorno precioso. Aquí estuvimos comiendo y paseando.

Más tarde fuimos a ver la playa de Oyambre, que está en el Parque Natural de Oyambre. Una playa enorme de la que no pudimos disfrutar, nos quedamos con las ganas.

Para finalizar fuimos a Comillas para ver El Capricho. Su nombre real es Villa Quijano pero todo el mundo la conoce como El Capricho. Una de las primeras obras de Gaudí, en este caso se trataba de la casa familiar de un indiano. En 2009 dejó de ser restaurante y ahora está abierta a todo el público, con visitas guiadas en las que te explican hasta el último detalle. Una verdadera maravilla si te gusta tanto como a nosotros la arquitectura del genial Gaudí. La entrada tampoco resultó ser muy cara: 5 € adultos y 2,5 € niños. Pero sentarte en la famosa barandilla-banco del salón no tiene precio y el miedo al bajar por la estrechísima escalera de caracol tampoco lo tiene.

Pueden parecer muchas cosas para el mismo día, pero está todo bastante cerca.



Día 3:
Nos fuimos a subir al teleférico de Fuente Dé. Era el sitio que nos quedaba más alejado, a casi dos horas de camino y yo tenía pensado llegar pronto para evitar colas. Pues otra vez será porque en esta ocasión no ocurrió así. Teniendo en cuenta que no madrugamos y que hay que atravesar el desfiladero de La Hermida, donde la carretera se estrecha mucho y hay que ir muy despacio, llegamos sobre las 11 de la mañana. Subimos casi dos horas después debido a la cantidad de gente que había. La verdad es que no sé cómo me atreví a subir, con el miedo que me dan las alturas, pero quería que el resto de la familia lo viera y yo no me iba a quedar abajo esperando. En este punto también puse mis esperanzas en conseguir colocarme en la parte de delante de la cabina, para pasar menos miedo. Esto tampoco ocurrió, se colocaron en la parte de atrás, donde vas viendo como te elevas del suelo. Me pasé todo el viaje, de unos 4 minutos, mirando la cámara según grababa porque no podía mirar para abajo. Hay que tener en cuenta que el desnivel que salva el teleférico es de más de 700 metros.
Nosotros compramos los tickets de ida y vuelta (17 € adulto y 6 € niño), pero cabe la posibilidad (queda pendiente para la próxima vez) de sacar solo el de ida y bajar andando por una ruta de unos 14 kilómetros. 
Allí arriba nos recibió un rebaño de cabras muy simpáticas que se querían comer nuestras galletas a cambio de posar para nosotros.

Como habíamos subido tan tarde y estuvimos dando un paseo por arriba para ver el paisaje, se hizo tardísimo para comer, pero decidimos ir a comer a Potes, que era nuestro siguiente destino. Y allá que fuimos a comernos un cocido lebaniego, que nos sentó fenomenal incluso a las cinco menos cuarto de la tarde. Este pueblo no hay que dejar de verlo y comprar muchas cosas riquísimas.


Día 4:
Este día tocaba visitar el parque de la naturaleza de Cabárceno, situado en una antigua mina de hierro. La visita se hace en coche, que puedes aparcar en distintos sitios a lo largo de la misma, y te bajas para poder pasear y ver los animales más de cerca. También puedes entrar comida al parque. Las instalaciones están muy bien para los animales pero no dejan de ser animales en cautividad. Nosotros llegamos pronto y los tigres todavía estaban en sus jaulas. Después de casi ocho horas en el parque a 32 ºC no volvimos a ver si ya habían salido.
Una cosa que nos gusto mucho fueron las exhibiciones, especialmente la de aves rapaces.
La entrada era de 25 € para adultos y 15 € para niños. Justo al día siguiente escuchamos en la radio que subían el precio porque inauguraban el teleférico del parque y tenían que amortizarlo.

Por estar tanto tiempo en el parque casi no nos dio tiempo a visitar Santander, pero nos pudimos pasear por las playas de El Sardinero, la Concha y el Camello y comernos un rico helado de "orujo de liébana con sobaos". ¡Qué rico estaba!


Día 5:
Este día no lo planifiqué yo, pero resultó ser uno de los que más cosas bonitas vimos. Primero nos fuimos a Solares, famoso por su balneario y por el agua que se embotella. El pueblo no es bonito en sí pero tiene una par de cosas que nos gustaron mucho. Por un lado la finca del marqués de Valdecilla, otro de esos indianos que volvieron ricos de hacer las américas. Y por otro lado el parque de Mina Pepita. Este parque está en el casco urbano del pueblo y nos llamó mucho la atención. Está construído en una antigua mina y da la impresión de que estás perdido en la selva, todo lleno de vegetación y rocas. Sobra decir que algunos pasaron de ir por los senderos indicados, optando por otros más divertidos a la par que peligrosos.

A la hora de comer decidimos irnos a Liérganes, que estaba cerca. Llegamos justo antes de que cerrara la oficina de turismo y un chico muy amable nos explicó qué se podía ver. El pueblo es precioso en sí, de hecho a la entrada del pueblo había un cartel que indicaba que estaba dentro de los pueblos más bonitos de España. Las casonas eran espectaculares, muy cuidadas y llenas de flores la mayoría. Estas casas fueron construidas para los trabajadores de más alto rango, cuando en el pueblo había una fábrica de armas. 
Otra cosa curiosa del pueblo es su puente romano, que no es romano, sino que se construyó en el siglo XVI. Pero sobretodo, lo que más nos llamó la atención fue la leyenda del hombre pez. Nos la explicaron al detalle en una visita guiada dentro del antiguo molino del pueblo.

Por la tarde nos aventuramos por la carretera estrecha y llena de curvas del valle del río Asón y llegamos a su nacimiento. Desde el mirador que está enfrente del nacimiento, las vistas al valle son espectaculares. La pena fue que por la cascada donde nace el río apenas caía agua, supongo que por la época del año. Seguimos subiendo porque no queríamos volver a casa por el mismo valle y bajamos hacia un pueblecito llamado La Gándara, donde paramos por casualidad. Previamente nos encontramos con un rebaño de vacas que subía por el otro carril de la carretera y a los niños les hizo mucha gracia que fueran solas tan bien colocadas por su lado. En este pueblo nos encontramos con un mirador colgado al vacío sobre el río Gándara. ¡Qué impresión!, eso que yo sólo lo vi desde tierra firme.


Día 6:
Este fue nuestro último día de excursión. Nos habíamos dejado la visita al museo de Altamira para un viernes. Resulta que los viernes, entre los que compren entradas para visitar la neocueva antes de las 10:30, sortean 5 entradas para ver la cueva original. Nosotros participamos en el sorteo, pero no hubo suerte. También participamos en un taller familiar, en el que le pusieron al príncipe A una piel por encima, para que se sintiera como los habitantes de la cueva. La entrada a este museo es de las más baratas, sólo 3 € adulto y para los niños es gratis.

Después del museo nos dirigimos a Santillana del Mar, otro pueblo considerado de los más bonitos de España. Y vaya si lo es y vaya si lo saben porque está totalmente orientado al turismo. Todo son facilidades para aparcar en verano, a 2 € todo el día. El centro histórico del pueblo es peatonal. Como curiosidad visitamos el museo del barquillero, cuya entrada es gratis. Por lo demás, da gusto pasearte por sus calles viendo lo bonitas y cuidadas que están las casas y entrar en las tiendas para ver los maravillosos productos típicos de la zona.

Y como no me quería ir sin ver el parque natural de las Dunas de Liencres (que estaba previsto para otro día), nos fuimos para allá a pasar la tarde.  El entorno es precioso pero me dio muy mala impresión que el parking cercano a la playa estuviese tan lleno, allí habría más de 200 coches. Finalmente en la playa no había tanta gente, pero lo que sí había es muchísimos surfistas esperando la ola. Los niños pasaron un buen rato intentando hacer una presa para contener el agua que salía de las duchas, misión imposible por otro lado.



Día 7:
Vuelta a casa pasando por Palencia, donde más calor pasamos de todo el viaje.

Este ha sido otro de los viajes en familia que nos ha encantado y del que espero que guarden un gran recuerdo cuando sean mayores.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Qué hacer en la Serranía de Cuenca

En el parque natural de la Serranía de Cuenca se pueden hacer muchas cosas, pero sobretodo disfrutar de la naturaleza. Y encima está muy cerca de Cuenca capital.

Por ejemplo, podemos ir las pozas del río Júcar que están cerca de Villalba de la Sierra. Para ello hay que coger un desvío pasado el pueblo y recorrer un par de túneles andando. Está antes de llegar al Ventano del Diablo. El acceso no es muy fácil y con niños puede resultar algo peligroso. Lo de bañarte en las pozas es para personas bastante valientes, y no sólo por la temperatura del agua.

Estando allí, puedes ver a  distintos grupos haciendo barranquismo. Para alguien con miedo a las alturas impresiona mucho verlos saltar a las pozas. 

También se pueden hacer rutas bordeando la laguna de Uña (Laguña para el prícipe Eme). Nosotros escogimos la más corta, de unos 4 km., que justo bordea la laguna. Y menos mal porque hacía mucho calor. Pero queda pendiente hacer la ruta larga, de unos 8 km, que bordea la laguna por encima de las hoces. Las vistas deben ser espectaculares.



Pero sin duda lo que más nos gustó fue hacer descenso en piragua, unos 5,5 km por el río Júcar, cerca de Villalba de la Sierra.

Excepto para la princesa Zeta, que ya lo había hecho en el campamento, era la primera vez que hacíamos piragüismo. Yo me la pedí como compañera de piragua, por eso de que tenía experiencia, pero no resultó muy buena elección, encallamos en todo lo encallable. E incluso tuvimos que bajarnos de la piragua en alguna ocasión, por no hablar de las veces que nos acariciaron las ramas de la orilla. A decir verdad, creo que toda la culpa era mía, ella la pobre sólo remaba.

Pero peor lo llevaron el príncipe Hache y su padre, que hicieron lo que era poco probable que sucediera (según el monitor), volcar la piragua y darse un buen susto además de un chapuzón.


viernes, 2 de septiembre de 2016

Stars wars

No sé de quién salió la idea de que a los niños les podría gustar la saga de la guerra de las galaxias, pero así ha sido.

Cada tarde, antes de bajar a la piscina, han estado viendo un episodio:
  • Episodio I: La Amenaza Fantasma (1999)
  • Episodio II: El Ataque de los Clones (2002)
  • Episodio III: La Venganza de los Sith (2005)
  • Episodio IV: Una Nueva Esperanza (1977).
  • Episodio V: El Imperio Contraataca (1980).
  • Episodio VI: El Retorno del Jedi (1983).
  • Episodio VII: El Despertar de la Fuerza (2015).
Y algún día hasta hubo doblete.

Lo de que las primeras películas grabadas sean anteriores en tiempo a las más modernas parecía un poco lioso, pero hasta dedujeron quien era el padre de quién, lo cual me dejó alucinada.