viernes, 19 de enero de 2018

Qué ver en Segovia

Allá por el mes de noviembre de 2017 tuvimos la suerte de ir a Segovia durante un fin de semana. Fue un viaje de solo chicas con unas amigas. El pobre príncipe A tuvo que elegir entre venirse con nosotras o quedarse a jugar un partido de fútbol. Decidió que su equipo lo necesitaba, creo que ha salido demasiado responsable.

Aunque el viaje solo duró el fin de semana, creo que lo aprovechamos bastante bien y pudimos ver muchos sitios bonitos e interesantes de esta capital, que es muy parecida a Toledo.

Alquilamos un apartamento que estaba situado justo al lado de la catedral, con lo que la situación era inmejorable. El apartamento era bastante grande y muy cómodo y la persona que nos recibió fue muy atenta con nosotras. Lo malo era que en la zona no hay sitio para aparcar que no sea de pago. Como para ver la ciudad no hace falta el coche, ya que por su tamaño te la puedes recorrer a pie, decidimos dejar el coche en un aparcamiento de tierra que estaba a unos 10 minutos andando. Este aparcamiento está justo al lado del monumento dedicado a Cándido (sí, el de los cochinillos).

La tarde-noche del viernes, después de deshacer las maletas y aparcar el coche, solo nos dio tiempo a acercarnos a la plaza del Azoguejo para ver el famoso acueducto. La verdad es que impresiona bastante, aunque yo ya lo había visto hacía más de 10 años.

El sábado por la mañana lo primero que hicimos fue ir a ver el Alcázar.  Para ir hasta allí, fuimos por la calle del Socorro, para ver la puerta de San Andrés, una de las antiguas puertas de la ciudad. Al lado de esta puerta, en la plaza del Socorro, se encuentra una oficina de turismo. De camino al Alcázar también pudimos ver parte de la muralla de Segovia. 

La visita al Alcázar no la hicimos muy larga y desde luego, lo que más nos costó, fue subir a la torre de Juan II por esas escaleras de caracol con esos escalones tan altos. Pero merece la pena, desde arriba las vistas de la ciudad son espectaculares.

Desde el Alcázar cogimos la calle Velarde para ir hasta el centro de la ciudad y pasamos por el Arco de la Claustra. En el parque de Mauricio Fromkes nos asomamos para ver el Monasterio de Santa María del Parral. En este monasterio, según nos dijo el guía con el que hicimos una ruta guiada después, dan misas con canto gregoriano.

La siguiente parada fue la Plaza de la Merced para ver la iglesia de San Andrés. Desde ahí intentamos ir a ver la casa museo de Antonio Machado pero nos fue imposible visitarla en ese momento porque había una visita guiada. Luego lo volvimos a intentar por la tarde y tampoco, así que desistimos de hacer la visita. Muy cerca de allí está la iglesia de San Esteban, cuya torre es espectacular y destaca mucho cuando se ve desde lo alto del Alcázar.

En este punto ya se hizo la hora de comer y teníamos mucha hambre, así que buscamos un sitio por allí cerca y creo que acertamos de pleno, el restaurante se llamaba "La Tasquina". Y como a ninguna nos gustaba especialmente el cochinillo asado, nos quedamos sin probarlo.

Después de comer nos dio tiempo a darnos un paseo por la plaza Mayor para ver la catedral por fuera (entramos el domingo que la entrada era gratis). Desde esta plaza, bajamos por la calle Isabel la Católica hasta la plaza del Corpus, donde se encuentra el convento del Corpus Christi, donde las monjas hacen unos dulces espectaculares. Seguimos por la calle Juan Bravo, pasando por delante de la cárcel y su farol (el guía después nos contaría que el farol se encendía cuando iban a matar a algún preso), vimos la figura en honor al comunero Juan Bravo (casualmente, en Toledo hay otra figura en honor a otro comunero, Juan de Padilla) y llegamos hasta la casa de los Picos, que precisamente hace honor a su nombre. Muy cerca de esta casa llegamos de nuevo a la plaza del Azoguejo, donde se encuentra el impresionante acueducto.

Esa noche hicimos una ruta guiada por la ciudad que nos llevó por algunas otras calles y donde el guía, que era bastante bueno, nos contó muchísimas curiosidades. La ruta es totalmente recomendable.



El acueducto de Segovia es desde luego una obra de ingeniería romana impresionante. Su construcción data del siglo II D.C. y tiene unos 15 km. de longitud hasta que llega a la ciudad. El objetivo era llevar agua desde un manantial cercano hasta la ciudad de Segovia, llegando hasta el Alcázar en su parte final. Esta parte final del acueducto es subterránea y está marcada en el suelo con una serie de símbolos. A las niñas les resultaba muy divertido ir encontrando estas marcas en el suelo.



El domingo por la mañana nos dio tiempo a visitar la catedral por dentro, aprovechando que hay un par de horas en las que la entrada es gratis y a hacer la visita a las murallas, que es un recorrido bastante corto, junto a la puerta de San Andrés. Después volvimos a pasear por la ciudad, sin olvidarnos de comprar los dulces ricos que hacen las monjas del convento del Corpus Christi y algún que otro recuerdo para los que no tuvieron la suerte de poder ir.

La verdad es que el viaje no se pudo dar mejor y la compañía fue inigualable. Estamos deseando repetir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario