Ahora que acabamos de empezar el mes de mayo me acuerdo de esta historia protagonizada por una niña pequeña y unas flores que en su casa llamaban "mayos" y que en realidad son dientes de león.
Érase una vez una niña que una tarde del mes de mayo salió a pasear con su madre y sus hermanos por las afueras de su pueblo. Era una tarde con mucho viento, que la hacía algo desapacible. La niña vio como las flores que llamaban "mayos" se mecían con el viento y pensó que no lo debían estar pasando nada bien. Quizás estarían mejor en otro sitio con menos viento y menos frío. Ni corta ni perezosa, a la vuelta del paseo le pidió a su madre un cubo, volvió al lugar donde estaban las flores y fue cortando todas las que pudo y echándolas al cubo. Cuando creyó que ya había rescatado suficientes flores, volvió a su casa con el botín. Allí estarían sin duda mucho más calentitas.
Moraleja: A veces la intención es buena pero los resultados no tanto.
Érase una vez una niña que una tarde del mes de mayo salió a pasear con su madre y sus hermanos por las afueras de su pueblo. Era una tarde con mucho viento, que la hacía algo desapacible. La niña vio como las flores que llamaban "mayos" se mecían con el viento y pensó que no lo debían estar pasando nada bien. Quizás estarían mejor en otro sitio con menos viento y menos frío. Ni corta ni perezosa, a la vuelta del paseo le pidió a su madre un cubo, volvió al lugar donde estaban las flores y fue cortando todas las que pudo y echándolas al cubo. Cuando creyó que ya había rescatado suficientes flores, volvió a su casa con el botín. Allí estarían sin duda mucho más calentitas.
Moraleja: A veces la intención es buena pero los resultados no tanto.
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