La liga benjamín de fútbol ya ha terminado. No sé si eso es bueno o malo. Por un lado es un fastidio madrugar muchos fines de semana para ir a los partidos, pero por otro es una gozada ver jugar a niños pequeños y darte cuenta de las cosas que van aprendido. Y es que el equipo juega cada vez mejor, aunque los resultados no siempre acompañan.
Este año hemos reafirmado nuestra creencia de que hay equipos que entrenan para ganar y equipos que entrenan para aprender. Por suerte nuestro equipo está entre los segundos. Porque, ¿para qué se juega al fútbol con 8 o 9 años si no es para aprender y divertirse?
Este año hemos reafirmado nuestra creencia de que hay equipos que entrenan para ganar y equipos que entrenan para aprender. Por suerte nuestro equipo está entre los segundos. Porque, ¿para qué se juega al fútbol con 8 o 9 años si no es para aprender y divertirse?
El príncipe A ha experimentado por primera vez la sensación de hacer un hat-trick y que todo el mundo te felicite por la hazaña. Este año lo está haciendo particularmente bien y no solo para mí. Es un gustazo escuchar "qué bien lo hace el número 2, qué nervio tiene" cuando el número 2 es tu hijo y lo está diciendo un padre del equipo contrario. Cómo no, alguna regañina también se ha llevado por hacer algo mal, pero el que no arriesga no gana. A mí lo que más me sorprende es su espíritu de equipo, el hecho de ser uno más y no querer fallarles.
A ver cuánto dura esta parte buena del fútbol porque me temo que dentro de poco primarán los resultados por encima de la deportividad.
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