La semana pasada fue una semana especial ya que acogimos en casa a dos niñas portuguesas. Vamos, que experimentamos lo que es ser una familia numerosa durante 5 días.
Esta experiencia empezó allá por el mes de febrero cuando la princesa Zeta también estuvo de acogida en el país vecino, fruto del proyecto Erasmus + KA2 en el que participa su colegio. La suerte fue que una de las niñas que vino a casa era la niña de la casa donde la princesa Zeta había sido acogida, así que ya se conocían.
La princesa Zeta se puso muy contenta con la noticia pero no fue tan bien acogida por todos los miembros de la familia. Algunos veían bastantes inconvenientes en que a su casa llegasen personas de otros países, no les fuera a gustar tanto la experiencia que se quisieran quedar para siempre. Menos mal que la cosa mejoró bastante y al final todo el mundo estuvo contento.
Los días previos a la llegada fueron un poco estresantes con todos los preparativos. La princesa Zeta tuvo que dejar su habitación para que ellas tuvieran su propio espacio y estuvieran cómodas. También les prepararon una pancarta de bienvenida y entre todos organizamos las actividades que íbamos a realizar por las tardes, ya que por las mañanas estarían en el colegio.
Esta experiencia empezó allá por el mes de febrero cuando la princesa Zeta también estuvo de acogida en el país vecino, fruto del proyecto Erasmus + KA2 en el que participa su colegio. La suerte fue que una de las niñas que vino a casa era la niña de la casa donde la princesa Zeta había sido acogida, así que ya se conocían.
La princesa Zeta se puso muy contenta con la noticia pero no fue tan bien acogida por todos los miembros de la familia. Algunos veían bastantes inconvenientes en que a su casa llegasen personas de otros países, no les fuera a gustar tanto la experiencia que se quisieran quedar para siempre. Menos mal que la cosa mejoró bastante y al final todo el mundo estuvo contento.
Los días previos a la llegada fueron un poco estresantes con todos los preparativos. La princesa Zeta tuvo que dejar su habitación para que ellas tuvieran su propio espacio y estuvieran cómodas. También les prepararon una pancarta de bienvenida y entre todos organizamos las actividades que íbamos a realizar por las tardes, ya que por las mañanas estarían en el colegio.
Tanto las chicas como sus familias resultaron ser encantadoras (a una familia ya la habíamos tratado) y además vinieron cargadas con un montón de regalos de los que estamos disfrutado un montón. Aunque la primera noche fue un poco dura porque especialmente la más pequeña echaba de menos a su familia, el resto de días fueron como la seda, se adaptaron a todo y no ponían pegas a nada, ni siquiera a la comida.
Ellas creo que también se sintieron a gusto porque el último día, cuando volvimos a casa después de despedirnos de ellas y dejarlas en el colegio, nos encontramos en la mesita de noche un sobre que habían dejado a escondidas con un mensaje y unos regalitos dentro. ¡Para comérselas!
Ellas creo que también se sintieron a gusto porque el último día, cuando volvimos a casa después de despedirnos de ellas y dejarlas en el colegio, nos encontramos en la mesita de noche un sobre que habían dejado a escondidas con un mensaje y unos regalitos dentro. ¡Para comérselas!
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