viernes, 31 de julio de 2015

Robots 2.0

Las tardes de verano dan para mucho y el aburrimiento agudiza la imaginación. Eso le pasó a la princesa Zeta que decidió hacer otro robot. Digo otro porque ya lleva un montón de robots hechos este año, entre los que hace en casa y el que hizo en el colegio.

Y mientras yo intentaba, sin conseguirlo, terminar un cuaderno de viajes, ella no hacía más que pedirme materiales para su robot: papel de aluminio, tubos de cartón, cajas, botes, pegamento y lo que se le iba ocurriendo.

Además, bien por ella, no se puso simplemente a pegar cosas y ya está. Primero dibujó en un folio cómo quería que fuese su robot. Planificación ante todo, que si no, luego sale lo que sale.


Cuando ya estaba terminando el robot, al que llamó 2.Z, llegó su hermano que, cómo no, también quiso hacer un robot.

Así que, ni corto ni perezoso, el príncipe A fue a su armario, cogió una caja de zapatos y se puso al lío. Pero las cosas no eran tan sencillas como él pensaba. Su hermana tuvo que ayudarle a hacerlo. Menos mal que él se dejó ayudar. Y de la nada, apareció otro robot llamado 2.A. Según ellos, en la tele todas las cosas se llaman dos punto algo.

Y ahora en casa tenemos dos robots más y un rollo de papel de aluminio menos. ;)

lunes, 27 de julio de 2015

La isla de Tabarca

La isla de Tabarca es uno de los sitios a los que últimamente vamos todos los años. Es una reserva natural marina por la diversidad de su flora y su fauna y está a unos 8 km de Santa Pola.

En barco, o mejor dicho en catamarán, se tarda unos 25 minutos, incluidos unos 5 durante los que hace una parada, justo antes de llegar al puerto, para que los turistas puedan ver el fondo marino. Aunque el precio es bastante caro: 15 euros ida y vuelta los adultos y 10 los niños, siempre nos han hecho algún tipo de descuento debido a la competencia entre las compañías que hacen el recorrido.

El primer año que fuimos no sabíamos muy bien que esperar. En el pueblo sólo había una pequeña playa con arena, tumbonas y sombrillas. Lo realmente bonito lo encontramos caminando unos cuantos metros (la isla no tiene ni 2 km en su parte más larga). Orillas de algas secas que se te pegan a los pies mojados y fondo marino con piedras y algún banco de arena pero lleno de peces y de plantas.

Pues este primer año no había mucha gente y gran parte de la gente que había estaba haciendo snórkel. Así que al siguiente año nos fuimos pertrechados con las gafas, el tubo para bucear y las zapatillas para no fastidiarnos los pies al pisar las piedras. Y el panorama cambió bastante.


Los niños aprendieron muy rápido a respirar por el tubo y nos pasamos casi todo el tiempo dentro del agua viendo el fondo marino.

El año pasado vimos por primera vez un pez que no tengo ni idea de cómo se llama pero que su piel se confunde con la arena del fondo, por lo que es muy difícil verlo. Así que nuestra primero misión de este año ha sido buscar este pez. Y hemos tenido mucha suerte porque la princesa Zeta vio uno enseguida, que por más que me lo señalase, yo no conseguía ver. Más tarde vimos muchos más.

Aunque la gran suerte de este año es que hemos ido con los tíos y los primos y nos lo hemos pasado genial. Lo malo es que había muchísima gente y no se disfrutaba igual del paisaje.

Otra misión que cumplen todos los años las princesa Zeta y su padre es ir a explorar un islote cercano. Yo lo he intentado varias veces, pero llega un momento en que las algas llegan hasta la superficie del agua y es superior a mis fuerzas pasar por ahí. A ver si lo consigo algún año.


En la isla hay muchos sitios para comer, yo diría que demasiados. En cuanto llegas a la isla, aparecen los "relaciones públicas" de los restaurantes para darte su publicidad. Y como hay que pasar por la puerta de un montón de ellos para llegar a la parte de la isla donde vamos nosotros, en cada sitio te aconsejan dejar el sito reservado. Pero vamos, que no hace ninguna falta, siempre hay sitio de sobra para comer, aunque fuésemos ocho, como este año.

Lo que siempre hemos hecho es comer en el mismo sitio, no sé por qué, el caso es que aunque siempre decimos que vamos a probar en otro sitio, acabamos comiendo ahí. Lo que sí hemos cambiado este año ha sido el menú. Nos hemos aventurado a probar el caldero, que es el plato típico de la zona. Lo curioso del plato es que te sirven primero una bandeja con el pescado y las patatas con las que han hecho el caldo y por último te sirven el arroz. La verdad es que estaba buenísimo, todos los niños repitieron.

Después de comer, y con todo el calor que hace y el añadido por la sangría que nos bebemos, nos vamos a dar un paseo hasta la otra punta de isla, atravesando el pueblo. Sólo hay que coger una calle porque el pueblo es una cuadrícula de calles y es tan pequeño que no hay pérdida.

Y antes de la vuelta, mientras algunos nos tomamos un café granizado, otros se toman un helado. Aunque este año alguno se ha quedado con las ganas del frigopié. Según nos dijeron, no pueden traer helados que no sean de hielo porque se les descongelan antes de llegar. Pues no quiero ni pensar qué había pasado el año anterior con el que se comió el príncipe A.

viernes, 24 de julio de 2015

Qué poco dura lo bueno

Este año, las vacaciones de verano se están viendo reducidas a su mínima expresión. Pero tampoco no está sentando mal del todo, ya que la culpa la tiene el viaje que hicimos a Estados Unidos en primavera. Así son las cosas, no se puede tener todo.

Desde hace varios años vamos al mismo sitio de playa, Guardamar del Segura. Algo tiene que ver que los abuelos se compraran un piso allí. No se puede desaprovechar el alojamiento gratuito, entre otras facilidades. Es un lugar donde hay muchísimo turismo familiar, tanto nacional como extranjero. Es un sitio pequeño pero bastante agradable para pasar las vacaciones playeras.

Además, ha sido la primera vez que hemos dejados a los niños solos con los abuelos. Solos por decir algo, porque además de los abuelos estaban las tías, el tío y el primo. Sólo han sido 4 días porque teníamos que trabajar.

Así que, cada mañana, y no muy pronto, pertrechados con las tablas, los cubos y las palas (esto cada vez menos), hemos ido a la playa. Siempre esperando que la bandera estuviera verde, aunque la mayor parte de las veces era amarilla.

Aún me acuerdo cuando también bajábamos con la piscina pequeña, el carro, los biberones, pañales, etc. ¡Qué odisea era aquello! Ahora les toca a otros. ;)


En el agua hemos surcado las olas, cuanto más grandes mejor. El par de dos no le tienen miedo al agua, al contrario que su madre.

Una tarde fuimos de pesca, sin mucho éxito para los niños, aunque el abuelo pescó dos peces que devolvieron al mar.

El príncipe A ha descubierto que le encantan las sardinas asadas y la sepia. Es lo que pasa cuando se tiene mucha hambre y tu comida no llega, que te aventuras a probar cosas nuevas. Después de eso, todas las noches querían ir a un chiringuito a cenar sardinas. Quién lo ha visto y quién lo ve.

También lo hemos pasado genial con los primos y tíos. Los hemos llevado de paseo al faro, montados los 8 en un trasto con pedales de alquiler. Eso sí que fue hacer ejercicio. Y los niños lo pasaron genial.

Hubo una noche en que también se lo pasaron en grande. Cenamos en un chiringuito al lado de la playa, y mientras los adultos seguían en la mesa, las dos parejas se aventuraron a jugar en la arena, muy cerca del agua. Digamos que lo suficientemente cerca para que terminaran los 4 mojados enteros y alguno que otro tuvo que volver a casa en calzoncillos.

En fin, que han sido unas vacaciones playeras más cortas de lo habitual pero aprovechadas al máximo.

lunes, 6 de julio de 2015

El globo que sube y sube

Como el aburrimiento aguza el ingenio, el verano pasado nos inventamos un juego absurdo pero que da mucha risa. Además, no necesitas nada, sólo la imaginación.

El juego consiste en imaginar un globo que va volando y que pasa por encima de una señora con un carrito y un bebé que, no sabemos cómo, se quedan enganchados al globo. A continuación, por turnos, cada uno va diciendo por dónde va pasando el globo y qué cosas se van enganchando a él. Por ejemplo:

-El globo con la señora, el carrito y el bebé,  pasa por encima de un campo de fútbol donde hay futbolistas jugando. Un futbolista da una patada al balón, que se queda enganchado al carrito del bebé. Los futbolistas quieren recuperar su pelota y entonces todo el equipo de fútbol se queda enganchado.

-El globo continúa su vuelo y pasa por encima del patio del recreo del  cole. La profesora quiere ayudar a los futbolistas pero también se queda enganchada. Los alumnos que ven que su profe se va volando, corren a ayudarla y les pasa exactamente lo mismo.

-Ahora el globo va por la calle, donde hay un cartero repartiendo sus cartas. El cartero, con carrito y todo, se queda enganchado al globo, mientras que el carrito se abre y las cartas van cayendo.

-El globo sigue su camino y ahora pasa por la estación de trenes. Pues resulta que el tren, con maquinista y con pasajeros, se queda enganchado al globo.

-El globo también pasa por encima de un pizzería, donde hay varios señores cenando que, irremediablemente, se quedan enganchados al globo.

El globo vuela tanto que incluso puede pasar por la luna, por la estación espacial internacional o por Marte. Vamos, por cualquier sitio que nos podamos imaginar.

Por ahora, el juego ha terminado cuando el adulto del grupo, osea yo, se ha cansado. Si por ellos fuera nos podríamos ir hasta el infinito y más allá.


viernes, 3 de julio de 2015

Rutas por Cabañeros

En octubre de 2012 estuvimos en el parque nacional de Cabañeros. Sólo fueron dos días, pero nos dio tiempo a hacer varias rutas por la zona y a conocer la flora y la fauna autóctonas.

Estuvimos alojados en una cabaña de madera en un árbol. Se trata del complejo Ecolodge, un alojamiento rural compuesto por varias cabañas de distinta capacidad, bastante separadas unas de otras y dentro de un bosque de robles. Está bastante cerca del embalse de la Torre de Abraham y de la carretera, pero no se oye ningún ruido, salvo el de los animales de zona. A nosotros en concreto, nos tocó escuchar el sonido del pájaro carpintero.

Además de las cabañas, la nuestra fue el Águila Imperial, también había una biblioteca, una piscina, zona infantil y zona de relax, aunque allí todo es relax.


La experiencia en la cabaña fue interesante y divertida, sobretodo para los niños. Pero la ubicación también estaba muy bien, bastante cerca de las rutas que hicimos.

Muy interesante fue la visita al centro de visitantes "Casa Palillos", donde además de conocer más cosas sobre la fauna, la flora y la etnografía de la zona, pudimos ver de cerca los ciervos. O al menos intentarlo, porque la verdad es que los prismáticos estaban un poco altos.



Hicimos varias rutas por la zona, y descubrimos que a los niños les encanta llevar el mapa e ir encontrando los puntos de información. Incluso la princesa Zeta se enfadaba cuando su hermano llegaba antes que ella.

Una de las rutas que hicimos fue la "Senda Plaza de los Moros", que es de 3,5 km. y circular. Tiene bastante desnivel, al principio subes y al final bajas, pero la novedad hizo que al principio lo cogiesen con muchas ganas. Al final, el pequeño terminó pidiendo que lo llevásemos en brazos.

Desde el mismo sitio donde se inicia la ruta anterior, también se inicia la "Senda de Castellar de los Bueyes", esta es de 5 km. ida y vuelta. Como había sido demasiado con la primera, la dejamos para otra ocasión.

Muy cerca del alojamiento hicimos la "Senda de la Torre de Abraham", que se inicia en el centro de interpretación del mismo nombre, bastante cómoda para hacer con niños.

Sin duda, la que más nos gustó fue la "Senda del Boquerón del Estena", que discurre por los márgenes del río Estena. Tiene unos 8 km. ida y vuelta y hay que cruzar el río por unas piedras, con la dificultad que esto conlleva cuando se va con niños pequeños. Lo mejor de todo es descubrir los fósiles de hace más de 400 millones de años y que indican que esa zona estaba cubierta por el mar. Sin duda, esta ruta es para repetir.

Por supuesto, nos quedaron por hacer muchas otras rutas por la zona, y esperamos volver para poder disfrutar de la naturaleza y de ese bonito paisaje.