Para ir a buscar setas hay que salir pertrechados, aparte de con una cesta y con una navaja, con algún que otro accesorio para la caza o para la defensa: arcos, espadas, escudos, etc. Nunca sabes qué te vas a encontrar por el campo. Y, casualmente, estos accesorios casi nunca vienen en las manos de quien se los ha llevado.
Y mientras unos se dedicaban a inspeccionar el terreno, siempre por en medio de las parcelas, recién labradas o aún rastrojos, o por encima de los cerros, nunca por el camino, otras se dedicaban a intentar encontrar alguna que otra seta. Y mira que era difícil porque, o se escondían bastante bien, o se disfrazaban de piedras.
Cuando encontrábamos alguna, siempre se turnaban para cortarlas. Y no hubo ni uno que no intentase cortarlas por el lado contrario a donde estaba el filo de la navaja.
Y mientras unos se dedicaban a inspeccionar el terreno, siempre por en medio de las parcelas, recién labradas o aún rastrojos, o por encima de los cerros, nunca por el camino, otras se dedicaban a intentar encontrar alguna que otra seta. Y mira que era difícil porque, o se escondían bastante bien, o se disfrazaban de piedras.
Cuando encontrábamos alguna, siempre se turnaban para cortarlas. Y no hubo ni uno que no intentase cortarlas por el lado contrario a donde estaba el filo de la navaja.
Y la verdad es que no se nos dio nada mal la recolección, casi llenamos la cesta. Eso sí, como nuestras expectativas no eran muy grandes, nos llevamos una de las cestas pequeñas de la colección de la abuela.
Aunque lo que más les gustó a los niños, que no a las madres, fueron los charcos que se encontraron por el camino. Más de uno tuvo que cambiarse entero de ropa al llegar a casa. Y es que ir con los primos a buscar setas puede ser de lo más divertido.
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