¿Alguien puede creerse que un niño de cinco años, que no para quieto, pueda pasarse una hora haciendo puzzles y cuando los adultos se han aburrido ya, él quiera seguir? Increíble, pero cierto. Creo que le viene de herencia, ciertamente no por mi parte.
De pequeña no me gustaban los puzzles. ¿Por qué se ha de suponer que a una niña que saca muy buenas notas en clase, le gustan los puzzles? Supongo que eso pensaban de mí. Recuerdo que los Reyes Magos me trajeron una vez un puzzle. No recuerdo qué edad tenía. Realmente era un caja con dos puzzles distintos: un tigre y un oso polar. Confieso que nunca los hice. La única vez aque he visto esos puzzles hechos, tenía ya veintitantos, y no fueron hechos por mí, claro. Seguro que la caja sigue estando perdida por algún armario.
El caso es que Papa Noel ha venido con nuevos puzzles para hacer. Y son de esos puzzles que son chulos para enmarcar, suponiendo que tuviéramos sitio para colgarlos, claro. Así que ahora tenemos varios puzzles en distintas fases de realización. El más grande se saca y se guarda facilmente, utilizando un rollo de cartón y un mantel de fieltro. Otro de 500 piezas está encima de la mesa del salón, menos mal que no la utilizamos habitualmente. Y los de menos de 200 se hacen y se vuelven a guardar deshechos otra vez. El sitio favorito para hacer estos últimos es directametne el suelo.
En fín, que se puede pasar un rato con los niños de esta manera, desarrollando la capacidad de concentración y la paciencia, de los grandes y de los pequeños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario