Mi abuela, que es bisabuela de cinco bisnietos, ha cumplido 90 años. Y menuda suerte es poder celebrar algo así. Últimamente ha estado un poco pachucha, pero poco a poco se va recuperando. Aunque somos concientes de que no va a estar ahí siempre, por mucho que nos gustase, todavía podemos disfutar plenamente de estar con ella, ya que, aunque en ocasiones te repite las mismas cosas varias veces, tiene una memoria que ya la quisiera para mí. Por no hablar de la vista, siempre he dicho que mi abuela ve tan bien que ve hasta lo que no está.
Por desgracia, no ha tenido una vida fácil. Cuando estalló la guerra civil no había cumplido aún los 12 años y aunque en su familia nunca les faltó de comer, las circunstancias eran muy difíciles para cualquier familia en aquella época, sobretodo en una familia tan numerosa como la suya.
Tuvo que ver cosas como que un hermano, que no había cumplido los 17 años, fuera llamado para ir a la guerra. Me encanta escuchar cómo cuenta las historias de la de aquella época, los motivos de por qué pasaron las cosas que pasaron, pero además dando pelos y señales, se acuerda de todos los nombres.
Después tampoco ha tenido una vida mucho más fácil. Tuvo que trabajar muy duramente, junto con mi abuelo, para sacar a sus tres hijos adelante. Pocas veces la he visto sin hacer nada, si no tenía algo que hacer, se lo inventaba. Aún hoy en día, no para de hacer punto y ya creo que ha hecho una manta para cada miembro de la familia.
Por ser la mayor, creo que he sido la nieta que más ha podido disfutar de ella. Recuerdo perfectamente los veranos cuando me iba con ella por las tardes a regar el huerto. A veces no me apetecía ir y prefería seguir jugando, pero quizás precisamente por ser la mayor, sentía como la responsabilidad de ir a ayudarle. Y la verdad es que me lo pasaba muy bien con ella. A mí, a pesar de ser de pueblo y haber ido al campo millones de veces, me dan pánico los bichos, sobretodo los gusanos y las arañas. Pues allí me podíais ver, gritando y corriendo como una loca cuando veía alguno de estos bichos, y mi abuela la pobre sola recogiendo la cosecha. Recuerdo que siempre se echaba el trabajo más duro encima, dejándo el más fácil para los demás. Si había dos cestas, ella siempre cogía la que más pesaba. Así que siempre había que decirle: abuela, déjala, que yo cojo esa. Ella contestaba que no, que pesaba mucho para mí.
Tengo miles de anécdotas con ella, como cuando era muy pequeña, debía tener como unos 7 años, e ibamos a recoger la cosecha de melones con un burro a varios kilómetros del pueblo y en lo alto de un cerro. Recuerdo que íbamos mi abuela, su prima, yo y el burro. Al burro le pusieron un artilugio que se llamaba serón (resulta que esta palabra está en el diccionario), que es donde metían los melones. Para que yo no me cansara, me sentaban a horcajadas encima del burro. Pues según íbamos andando, la carga se iba desestabilizando y me iba cayendo para un lado. Cuando entre la dos volvían a colocar todo, resulta que me caía para el otro. Y de este modo conseguimos llegar al final al pueblo.
O cuando nos ofrecía polvorones en pleno mes de agosto. Me fascinaban los colores tan brillantes de los papeles de celofán que los envolvían. Y para que nos pasaron mejor los polvorones con el calor, nos ofrecía cocacola del tiempo, eso sí, caducada desde hacía 5 años. Os aseguro que el sabor no es exactamente el mismo pero no nos pasó nada.
A pesar de mi carácter, protestón por naturaleza, no recuerdo a mi abuela enfadada conmigo nunca. Al revés, siempre he sentido que me quiere mucho y que está orgullosa de mí. Sólo puedo decir que tener una abuela como esta es una auténcia pasada.
En los últimos años, aún cuando mi abuelo vivía (se murió cuando mi hijo pequeño tenía 2 meses), ha invitado a toda la familia por el día de su cumpleaños. A sus bisnietos les encanta el sitio donde nos suele invitar porque tenemos un salón sólo para la familia y casi pueden hacer lo que quieren.Y salvo alguna visita a urgencias con alguno de los bisnietos, lo hemos pasado muy bien. Los nietos, que somos 10 en total sin contar los nietos políticos, aprovechamos ese día para hacerle un regalo especial y demostrarle lo que la queremos. Así que al final le hacemos llorar y terminamos todos llorando también. Esperamos poder repetir este año y muchos otros.
Espero poder celebrar muchos más porque, como dice mi hija, ¿que pasaría si la bisabuela llegara a los 100 años?. Pues que tendríamos muchos más motivos para celebrarlo.
Felicidades a esa abuela por la familia que ha creado! Y a vosotros por poder disfrutarla!
ResponderEliminarGracias. Sí, es una gran familia, pero creo que he puesto un bisnieto de más, por ahora sólo hay cinco. ;)
ResponderEliminarMe encanta esta entrada! Habrá que leérsela a la abuela. Aunque se emocionará como yo cuando la he leído.
ResponderEliminar