viernes, 30 de diciembre de 2016

Crema de turrón

Este ha sido el postre que hemos puesto este año en Navidad, que nos ha tocado ser anfitriones por primera vez. También lo volveremos a hacer para Nochevieja.

La receta está sacada de la página de webos fritos y es sencillísima y rapidísima de hacer. Incluso mejor hacerla de un día para otro.

Ingredientes:
  • 1 litro de leche.
  • 200 ml. de nata.
  • 1 tableta de turrón blando.
  • 2 sobres de preparado para flanes.

Elaboración:

Separar un vaso de leche, disolver el contenido de los dos sobres y reservar. 
Desmigar la tableta de turrón.
Poner a calentar el resto de la leche junto con la nata a fuego medio pero dando vueltas con las varillas para que no se pegue.
Añadir a la mezcla anterior el turrón y seguir removiendo hasta que se disuelva (quedarán trocitos que son las almendras). 
Una vez disuelto el turrón, añadir el preparado que teníamos reservado y seguir removiendo hasta que empiece a hervir. Probar de azúcar y se es preciso añadir una poca (yo le añadí una cucharadita).
Verter el contenido en vasitos individuales (es mejor poca cantidad porque es un poco denso).
Para que no quede una especie de costra en la superficie, una vez se ha enfriado un poco, tapar con plástico de cocina o papel de aluminio.

Y a disfrutar porque está delicioso.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Otra vez corriendo en Aranjuez

El día acompañó mucho, hacía frío pero con sol. Tardamos un poco en encontrar aparcamiento pero porque llegamos más tarde que otros años. En años anteriores teníamos que llegar mucho antes del inicio de la carrera porque los niños también corrían y sus dorsales se consiguen justo antes de la carrera. Este año fuimos sin niños.

La familia que nos iba a acompañar llegó justo a la vez que nosotros, a pesar del madrugón que se habían tenido que pegar.

La cosa empezó bien, nos pusimos a colocarnos los dorsales en un banco que había al lado de donde estaba aparcado el coche, con la mala suerte de que a un corredor que había calentando por allí, se le ocurrió la genial idea de mearse en nuestro coche. Y mira que había coches. Menos mal que el señor nos confirmó que no había tocado el coche, sólo faltaba.

Y es que el tema de los baños es complicado en una carrera de este tipo. Se forman colas interminables, sobretodo en el de las chicas. Nosotras nos tuvimos que ir después de estar haciendo cola un rato o no llegábamos a la linea de salida. Dejaremos para otro día como resolvimos esa necesidad fisiológica. ;)

Justo llegando a la linea de salida, nos percatamos de que los chicos querían hacer la carrera por su cuenta y es que la comunicación en la pareja está sobrevalorada. Bueno, la verdad es que los entiendo, nosotras somos mucho más lentas, que le vamos a hacer.

Podría decir que disfruté mucho de la carrera y bla, bla, bla, pero estaría mintiendo. Lo pasé bastante peor que el año pasado, creo que me sobraron unos 6 kilómetros de carrera más o menos. En esta ocasión, la experiencia no fue un grado. 

Pero me alegré mucho de ver lo bien que lo llevaba mi hermana para ser una distancia que no corre habitualmente (o eso dice ella ;)). El caso es que ejerció de reportera dicharachera y gracias a eso tenemos un montón de fotos que corroboran que estuvimos allí.

viernes, 16 de diciembre de 2016

El día del frito

El día del frito era uno de esos días que relucía más que el sol, como dice el refrán. Y no hace falta imaginar lo bien que se lo pasarían antiguamente ese día, con la escasez de comida que debía haber por aquel entonces. Lo que se hacía ese día era freír todos los productos que se habían obtenido del cerdo después de la matanza, generalmente las costillas, el lomo y los chorizos, para conservarlos durante un tiempo.

Las costillas y el lomo se habían puesto previamente en adobo y los chorizos habían estado secándose al aire.

El día del frito, se troceaban las costillas y el lomo y se cortaban los chorizos para separarlos. Se freían cada tipo de carne por separado durante un tiempo suficiente, sin pasarse para que no se resecasen mucho. Posteriormente se metían en orzas de barro: los chorizos por un lado y el lomo junto con las costillas por otro. Por último, se rellenaba la orza con aceite de oliva hasta cubrir toda la carne. De esta manera se conservaban estupendamente y, si había suerte, llegarían hasta el verano.

Esta era una manera estupenda de conservar la carne antiguamente, cuando no había neveras. Aunque ahora que las hay, en mi casa también se sigue haciendo este aprovisionamiento de comida, que luego el invierno es muy largo.




La matanza hace muchísimos años que no se hace, tantos que casi ni me acuerdo, pero lo que sí hemos hecho muchos años son los chorizos caseros. Mi madre compraba la carne picada y la adobaba a su gusto. Después, utilizando una máquina de manivela que en sus tiempos movían mi abuelo o mi abuela, la carne iba pasando a la tripa de cerdo que, con mucha habilidad, habían puesto mi madre o mi abuela. Esta tarea requería bastante maña y las veces que nos dejaban probar a nosotras creo que se arrepentían al instante, de lo mal que lo hacíamos.

A los pequeños nos ponían en la sección de atado. Ahí lo dábamos todo, tanto que acabábamos con heridas en los dedos de lo fuerte que apretábamos la cuerda para atar los chorizos.

¡Qué recuerdos!, varias generaciones reunidas en la cocina colaborando en un fin común. Y escuchando las historias que nos contaba la abuela de cuando era pequeña.

Ahora esta tradición familiar está casi en decadencia, más que nada por falta de tiempo y recursos, y mi madre compra los chorizos ya hechos. Pero el día del frito sigue estando ahí. Y ya se ha metido en faena la siguiente generación de la mano de la princesa Zeta, que ha descubierto que le gusta cortar los chorizos y no se le da nada mal. Pero lo que más le gusta es catarlos después, para ver cómo han quedado. Bueno, al resto también nos encanta esto último, para que vamos a engañarnos, que un día es un día, como dice mi madre (casi todos los días).

viernes, 9 de diciembre de 2016

Temporada de setas

Para ir a buscar setas hay que salir pertrechados, aparte de con una cesta y con una navaja, con algún que otro accesorio para la caza o para la defensa: arcos, espadas, escudos, etc. Nunca sabes qué te vas a encontrar por el campo. Y, casualmente, estos accesorios casi nunca vienen en las manos de quien se los ha llevado.

Y mientras unos se dedicaban a inspeccionar el terreno, siempre por en medio de las parcelas, recién labradas o aún rastrojos, o por encima de los cerros, nunca por el camino, otras se dedicaban a intentar encontrar alguna que otra seta. Y mira que era difícil porque, o se escondían bastante bien, o se disfrazaban de piedras.

Cuando encontrábamos alguna, siempre se turnaban para cortarlas. Y no hubo ni uno que no intentase cortarlas por el lado contrario a donde estaba el filo de la navaja.


Y la verdad es que no se nos dio nada mal la recolección, casi llenamos la cesta. Eso sí, como nuestras expectativas no eran muy grandes, nos llevamos una de las cestas pequeñas de la colección de la abuela.



Aunque lo que más les gustó a los niños, que no a las madres, fueron los charcos que se encontraron por el camino. Más de uno tuvo que cambiarse entero de ropa al llegar a casa. Y es que ir con los primos a buscar setas puede ser de lo más divertido.




viernes, 2 de diciembre de 2016

Rollos de canela

Este es uno de esos dulces que me encantan pero que no los veo muy a menudo para comprar. Los últimos creo que los probé de una bolsa que compré en el ikea hace mucho tiempo. Así que busqué una receta fácil en internet para poder hacerlos en casa. Y en esas que me vió el príncipe A, a quien le gusta mucho internet y por estar en el ordenador le da igual ver lo que sea, y me dijo que cuándo la íbamos a hacer. Y así estuvo toda la semana hasta que por fin el viernes tuvimos tiempo para hacerla, porque la receta no se hace en un rato. Y mientras yo comía, ellos iban siguiendo las instrucciones.

La receta original la vimos en el canal de youtube de "Quiero cupcakes", donde la explican muy bien. 
Los ingredientes que utilizamos nosotros para la masa fueron:
  • 500 gr. de harina.
  • 80 gr. de azúcar.
  • 60 gr. de mantequilla blanda.
  • 2 huevos.
  • 200 ml. de leche.
  • 5,5 gr. de levadura seca de panadería.
  • una pizca de sal.
Elaboración de la masa:
Se baten bien los huevos y se va añadiendo la leche sin dejar de batir. Se añade el azúcar y la levadura. Se bate todo durante unos 10 minutos. (En este punto vienen muy bien los refuerzos).
Se va añadiendo la harina tamizada junto con la sal. Amasar durante un buen rato, como 10 minutos porque lo hicimos a mano (no teníamos utensilio para amasar). 
Añadir la mantequilla blanda y volver a amasar otros 10 minutos. Primero lo intentamos en el bol pero como se quedaba demasiado pegajosa la masa empezamos a amasarla encima de la encimera con un poco de harina. En este punto, el príncipe A dijo que ya estaba cansado y se fue.  Después del amasado ya no está tan pegajosa.
Se engrasa un bol y se pone la masa dentro, en forma de bola. Se tapa con plástico de cocina y se deja fermentar unas 2 horas a unos 20ºC.

Al amasar esta mezcla me surgieron dudas de cómo estaría quedando la masa y se lo comenté a la princesa Zeta:
-¿Tú crees que nos está quedando la masa como en el vídeo?
-Sí, y si no, será porque nos ha quedado mejor.

Ingrediente para el relleno:
  • 150 gr. de azúcar.
  • 120 gr. de mantequilla blanda.
  • 1 cucharada de canela en polvo.
  • 1 cucharadita de cacao en polvo.

Elaboración del relleno:
Poner la mantequilla en un bol y añadir el azúcar, la canela y el cacao. Integrar todo con una espátula.

Una vez ha fermentado la masa, espolvoreamos con harina la encimera y amasamos, estirando y recogiendo hacia el centro durante 2 minutos.
Estiramos la masa con el rodillo formando un rectángulo.
Untamos el relleno por toda la superficie menos por uno de los bordes, que servirá para que una vez enrollado se pueda pegar.
Enrollar la masa con mucho cuidado y pegar el borde final con un poco de leche.
Cortar todo el rollo en porciones de unos 2 centímetros, aunque esto es a gusto.
Colocar los trozos en una bandeja de horno sobre papel de hornear, tapar con un trapo y dejar una hora más de fermentación. También se pueden poner los trozos juntos en un molde.
Pasada la hora, pincelar con huevo antes de meterlos al horno precalentado.
Hornear a 180 ºC durante unos 20 minutos. Sacar y dejar enfriar sobre un rejilla.

Y a disfrutar de este rico postre. :)

viernes, 25 de noviembre de 2016

Calendario de adviento Navidad 2016

Hacer un calendario de adviento es ya una tradición más instaurada en casa en Navidad. Este es nuestro calendario de adviento para este año. 

Para hacerlo hemos utilizado:
  • Un palo de unos 8 milímetros de grosor y 30 centímetros de largo.
  • Cuerda roja.
  • Cintas de tela en tonos rojos y blancos.
  • Cintas adhesivas en colores rojo y plata.
  • Pegatinas navideñas.
  • Rotulador de color plata.
  • Post-it para poner la sorpresa dentro.
  • Folios de color verde.
  • Otros adornos navideños.
  • Tijeras
  • Silicona caliente para pegar los triángulos a las cintas.
  • Perforadora para agujerear los triángulos.
Los triángulos tienen una base y una altura de 8 cm. Para cada día se utilizan dos triángulos, pegados por los lados, una vez introducida la sorpresa. Con un folio hay para 6 días.
Las cintas de las que cuelgan los triángulos tienen distintas alturas, desde los 28 cm a los 18, para que no queden al mismo nivel y se vean mejor.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Qué hacer un fin de semana en Cuenca

A pesar de que en noviembre debería hacer mucho más frío, hemos agradecido que no lo hiciera tanto para poder disfrutar mejor de las maravillas que se pueden ver en la Serranía de Cuenca.

Si vamos un fin de semana, podemos aprovechar el primer día para acercarnos a ver "Los Callejones de Las Majadas". Están situados a escasos 2 kilómetros del pueblo conquense de Las Majadas, dentro del Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Tienen ese nombre por la forma que tienen las rocas en algunos lugares.

Las rocas son similares a las de la Ciudad Encantada, que se encuentra cerca, pero lo mejor de este sitio es que es gratis.

La ruta se puede hacer en una hora, a no ser que vayas con 3 pequeñas cabras que se quieren subir a todas partes. Al final de la ruta, o al comienzo ya que es circular, hay varias mesas para poder comer, que es lo que hicimos nosotros. La verdad es que pasamos un poco de frío porque están debajo de los pinos y no daba nada el sol. Echamos de menos una café calentito para entrar en calor.

Tanto a la ida como a la vuelta en coche, nos encontramos con muchísimos animales, incluso en medio de la carretera: caballos, vacas, cabras, ovejas y hasta un gato despistado.

Como anochece pronto, después de comer nos fuimos a ver el Ventano del Diablo, que está bastante cerca y no se tarda nada en visitar.

Después fuimos a ver la Laguna de Uña, que también pilla cerca. Ya estuvimos en verano haciendo la ruta corta alrededor de la laguna y nos encantó, a pesar del calor que pasamos. En esta ocasión pasamos más bien frío, sobretodo porque al irnos paramos en el centro de interpretación de la laguna y bajamos sin abrigo. La persona que estaba en ese momento nos dijo que si queríamos ver un vídeo sobre la formación de la laguna y estuvimos viéndolo.

Hasta tuvimos tiempo, después de cenar, de ir a ver las Casas Colgadas iluminadas y cruzar el Puente San Pablo, que por la noche da menos miedo.



El domingo aprovechamos para ir al Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, que la entrada es gratis. Es un museo pequeñito pero con experimentos muy interesantes para los niños y donde tienen la máxima de "prohibido no tocar". Y lo que les faltaba por oír, tocaron todo lo tocable. Dentro del museo hay un planetario y estuvimos viendo una película. Pero al parecer, a la princesa Zeta no le resultó suficiente, ella quería un planetario más grande, tipo el de Madrid, y así se lo hizo saber a la salida, al guía que nos había recibido al entrar. Y éste, en compensación, les trajo una guías del museo que al parecer no se las dan a todo el mundo. ¡Qué suerte!

Al salir del museo nos dirigimos hacia la plaza de la Torre de Mangana, que está justo al lado y tras las obras ha quedado preciosa. Esta plaza me trae muchos recuerdos, la de tardes que habré pasado jugando ahí. Incluso una vez entré a la torre, que está cerrada al público, tenía yo unos 8 años.

A riesgo de no parecer objetiva, diré que en Cuenca hay rincones preciosos a cada paso y es una maravilla pasear por esas calles. Y luego, si tienes la suerte de sentarte a comer al lado de la catedral, unos platos buenísimos y con buena compañía, no puedes pedir nada más. Ya casi te da igual que el camarero tan simpático que te atiende, se equivoque dos veces con la cuenta. ;)

viernes, 11 de noviembre de 2016

Historias de cumpleaños infantiles

En menudo lío nos metemos los padres la primera vez que organizamos o vamos a un cumpleaños infantil. Nos metemos ya en una espiral de celebraciones de la que ya no salimos hasta que ellos mismos organizan o van a su primer botellón (de refrescos, claro).

La primera vez que nos invitaron a un cumpleaños infantil fue cuando la princesa Zeta tenía 3 años, en primero de infantil. Y ya fue en un parque de bolas. La primera vez que invitan a tu hijo no sabes muy bien qué hacer, si llevar a tu hijo o no llevarlo. Si no lo llevas, piensas que tu hijo se va a quedar aislado y que ya no lo van a volver a invitar nunca. Y si lo llevas, te metes ya dentro del negocio, que igual es peor por las decepciones que se pueden llevar después.

La princesa Zeta celebró su primer cumpleaños en segundo de infantil y fue en casa. Invitamos a 5 compañeros de su clase, sus mejores amigos de aquel entonces, con alguna niña incluso había ido a la guardería. Ni qué decir tiene que no aceptamos regalos que hubiesen costado dinero, eso quedó claro en la invitación y así hicieron los invitados. Pero una madre le le hizo una especie de alfombrilla con fotos de sus compañeros de clase. Aún la tiene guardada en su estantería y le hace mucha ilusión cuando la ve.

Pero la bola de nieve empezó a crecer y crecer y pasamos a recibir muchas invitaciones de cumpleaños. Y no sé de dónde se sacó la bonita norma de que había que poner 10 euros de bote para comprarle un regalo al cumpleañero. Menos mal que al poco tiempo la tarifa bajó a 5 euros, se ve que empezó la crisis. Esta cantidad sigue instaurada a día de hoy y me sigue pareciendo excesiva. Alguna madre sugirió que se bajase esa cantidad, sobretodo si el cumpleaños lo celebraban entre varios, pero la propuesta fue desestimada.

En la clase del príncipe A hay instaurada una mejor manera, en mi opinión, de celebrar los cumpleaños. Hay 3 celebraciones al año, más o menos una por trimestre, y van todos los niños. En cada celebración se juntan de 4 a 6 niños para celebrarla. Aunque también se pone una cantidad en concepto de regalo para el cumpleañero, que suele ser de 2 euros por niño que cumple años. También es cierto que quien no puede pagar puede asistir a la celebración sin problemas. Sigo pensando que no habría que poner dinero, pero al menos es una cantidad mucho menor. Y además te quitas el problema de invitar a unos niños sí y a otros no, todos están invitados y ningún niño se siente discriminado.
En el caso de la princesa Zeta, excepto este último año, siempre ha invitado a todos sus compañeros. El año anterior no invitó a nadie, pero porque nos pilló en Chicago y pasó, según ella, el mejor cumpleaños de su vida. Algunas veces también se ha juntado con algún compañero para celebrarlo. A ella tampoco la invitan todos los niños de su clase, cosa que me parece normal, por otro lado.

Con respecto a invitar o no, nos hemos encontrado con situaciones bastante surrealistas. Una vez fue a un cumpleaños, invitada por un compañero y se encontró con que era una celebración compartida con otro compañero, el cual no la había invitado. 

Pero la princesa Zeta, por suerte para ella, no se toma las cosas como yo y aprendo mucho de ella. Justo unos días antes de su cumpleaños, otro niño celebraba el suyo. La princesa Zeta no fue invitada a ese cumpleaños, aunque otros años sí lo había sido, incluso habían lo habían celebrado juntos en alguna ocasión. Pues pese a no ser invitada, ella sí quiso invitar a este compañero y así lo hizo, produciéndose una conversación muy didáctica, teniendo en cuenta que se trataba de niños que aún no habían cumplido 9 años:

-Toma Pepito, la invitación para mi cumpleaños. 
-Pero, princesa Zeta, yo no te he invitado al mío. Vamos a hacer una cosa, te devuelvo la invitación y hacemos como que tú tampoco me has invitado a mí.
-No, no, yo sí que quiero invitarte a mi cumpleaños, quédate con la invitación.

Al final el niño sí fue a su cumpleaños y la princesa Zeta, una vez más, me dio una lección de cómo comportarse y resolver situaciones complicadas.

Y no ha sido esta la única situación complicada con la que ha tenido que lidiar la pobre. Tampoco fue invitada a otro cumpleaños que casualmente se celebraba en una bolera a la que nosotros también solemos ir. La cara que se nos quedó cuando al entrar vinieron un montón de compañeros suyos preguntándole si venía al cumpleaños, fue todo un poema. Por supuesto, no teníamos ni idea de que allí se estaba celebrando ese cumpleaños. Pero en fin, son cosas que pueden ocurrir en ciudades pequeñas.

Por suerte, por ahora no los he visto molestos o tristes por no haber sido invitados a un cumpleaños, cosa que sí he visto en otros compañeros. Al fin y al cabo son niños y lo único que quieren es verse integrados en el grupo y divertirse todos juntos.





viernes, 4 de noviembre de 2016

Port Aventura en Halloween

No pudimos coger peor fecha para acercarnos con los niños a Port Aventura que la festividad de Todos los Santos, ahora también conocida como Halloween. Sabíamos que iba a ir mucha gente por las fechas que eran, eso es cierto, se trataba de un puente escolar, hacía muy buen tiempo, el parque estaba ambientado en la fiesta de Halloween, pero aquello ya fue demasiado.

Y desde luego la gente no tiene la culpa, cada uno elige el momento que mejor le viene para poder acercarse. La culpa es de la propia empresa que gestiona el parque, que sabiendo lo que iba a ocurrir, ya que no es el primer año que pasa, dejó que la gente siguiera comprando entradas para el parque, a sabiendas de que no va a ofrecer los servicios que corresponden por la entrada que se paga, que precisamente no es barata. La pela es la pela al fin y al cabo. Yo considero esto una estafa en toda regla.

Y es que las colas eran interminables, más de 2 horas en las principales atracciones. Y en alguna, hasta 3 horas y media tuvo que esperar la gente. Me parece increíble que la gente pueda estar tanto tiempo esperando algo, que a la postre durará como mucho 1 minuto. Pero a ver qué haces, te has recorrido un montón de kilómetros con la familia para pasar un fin de semana genial y llegas y te encuentras esto. Supongo que no quieres perder más tiempo en reclamaciones, para las que por supuesto había también colas.

Incluso para los espectáculos, la gente se ponía a hacer cola más de una hora y media antes de que empezaran.

Menos mal que íbamos con la familia, así al menos la espera se hacía más amena. Y si no que se lo digan a los valientes que tuvieron que esperar más de dos horas para subir al Shambhala, la atracción estrella del parque, y eso que fueron nada más llegar. 

Los pequeños también tuvieron que esperar más de una hora para subir al Tami Tami, una pequeña montaña rusa. En esa cola tuvimos hasta un intento de colarse por parte de un padre con su hijo, imagino que por pura desesperación.


Pero no todo fue malo, los niños se lo pasaron en grande, parecía no importarles lo de de las colas. Es lo que tiene ir con los primos, que la diversión está asegurada. Incluso encontraron alguna atracción en la que no había cola y se volvían a subir en cuanto bajaban. También nos tocó el momento de darse cuenta de que eran demasiado altos para subir en una atracción o demasiados bajos, que de todo hubo.

Me da la impresión de que pasará mucho tiempo hasta que nos vuelven a engañar en este parque, quizás nos engañen en otros en menos tiempo. ;)


jueves, 27 de octubre de 2016

Bizcocho calavera especial Halloween

Este es nuestro bizcocho calavera, que otro año más volveremos a hacer. La masa para el bizcocho puede ser cualquiera, por ejemplo este rico bizcocho de coco. Aunque se puede hacer un bizcocho rectangular y luego cortarlo para darle forma, nosotros lo hicimos con una molde que compramos en la tienda on line María Lunarillos.

Para decorarlo, aunque da bastante miedo con sólo el chocolate de cobertura, utilizamos distintos productos de decoración, algunos comprados en la misma tienda y otros directamente en el supermercado, como los tubos para hacer líneas de colores. Como no podía ser de otra manera, gustándonos como nos gustan las calaveras mejicanas, intentaron hacer una catrina y creo que más o menos lo consiguieron.

Y desde luego, la obra de arte duró bastante poco. ;)




viernes, 21 de octubre de 2016

Fantasma y momia

Este año hemos ampliado la decoración para Halloween y eso que ya tenemos una bolsa llena en el trastero con la decoración de otros años. Anda que no nos gustan las cosas que dan miedo: fantasmas, calaveras, momias, vampiros y monstruos en general.

Los materiales no pueden ser más sencillos y baratos.

Para las momias:
  • Botes de cristal.
  • Gasas.
  • Ojos de plástico.
  • Velas.
  • Cola blanca.
Elaboración:

Se da cola por toda la parte exterior del bote. Se cortan las gasas en tiras y se van pegando por toda la superficie encolada. Se pegan los ojos. Se mete un vela y se enciende.

Para los fatasmas:
  • Bolas de poliespan.
  • Palitos finos de madera.
  • Ojos de plástico.
  • Servilletas blancas de papel.
  • Pegamento en barra.

Elaboración:

Se pincha la bola en el palito. Se pone por encima de la bola la servilleta, arrugándola un poco justo por donde se une la bola y el palo. Se pegan los ojos.

Y a pasar mucho miedo. ;)

viernes, 14 de octubre de 2016

Hayedo de Tejera Negra

Ahora que ya hemos entrado en el otoño, o eso parece, me he acordado de un excursión muy chula que hicimos hace nada menos que 6 años al Hayedo de Tejera Negra. Se trata del hayedo más al sur de Europa.

En aquella ocasión fuimos con los primos de Toledo y como el hayedo nos pilla un poco lejos para ir y venir en el día, nos alojamos en Cantalojas, que está muy cerca del centro de interpretación. Así aprovechamos también para ver otros pueblos de la arquitectura negra.

El principe A y yo nos dimos cuenta de que en ese pueblo hacía muchísimo frío, y eso que era noviembre, cuando nos levantamos temprano y nos fuimos a dar un paseo. Es lo que tiene ser los más madrugadores de la casa y no querer que los demás se despierten con nuestros cánticos matutinos.

El otoño es la época ideal para visitar este maravilloso hayedo, por los colores que nos deja ver y porque aún no hay nieve. Hay varias rutas que se pueden hacer para ver en todo su esplendor este parque natural. Una opción es dejar el coche en el aparcamiento del centro de interpretación, donde se inicia la senda del Robledal, de 17 Km. y que está a 8 km. del inicio de la senda de Carretas.

Al ir con niños pequeños, elegimos la senda de Carretas que es circular y de unos 6 Km y se inicia en el parking del parque. Creo que la mejor opción es dejar el coche en este parking, para el que hay que hacer una reserva por internet y pagar una pequeña tasa. Las reservas se pueden hacer desde esta página web. También hay información sobre las normas de visita al parque y otras cuestiones que me hubiesen venido muy bien saber, como que no es recomendable ir con carrito de bebé.

Nosotros iniciamos la ruta tan contentos con nuestro carrito, cargado con cervezas para más inri, porque nos habían dicho que sí se podía. Craso error porque a un 1 km de iniciarla nos dimos cuenta de que era completamente inviable. El padre de las criaturas se tuvo que volver al coche a dejar el carro y la madre de las criaturas tuvo que coger al pequeño, que aún no tenía 2 años, y llevarlo encima durante algunos kilómetros que se me hicieron eternos, sobretodo la subida hasta el mirador.

Esta es una excursión totalmente recomendable para ir en familia, que si no fuera porque nos pilla un poco lejos, la repetiría ahora mismo por lo que disfrutaron los niños jugando con todo lo que pillaban por el camino y sobretodo de la naturaleza en todo su esplendor.

viernes, 7 de octubre de 2016

Flores de la abuela

La princesa Zeta llevaba varios días erre que erre que quería ir al pueblo a hacer flores con la abuela. Como para negarse, con lo buenas que están.
Se trata de uno de esos dulces típicos de nuestra tierra, con muy pocos ingredientes, pero que debido al molde que hay que utilizar no se hace en todas las casas. A ver si podemos pillar uno de esos "floreros" para poderlas hacer nosotros en casa.

Los ingredientes no pueden ser más fáciles:
  • Una docena de huevos.
  • Medio vasito de agua.
  • 250 gr. de harina.
  • Aceite de oliva para freir.
  • Harina como si no hubiera un mañana (en el caso de dejar a la princesa Zeta o a su abuela al cargo).
Elaboración:

Se baten muy bien los huevos. Se añade el vasito de agua y se vuelve a batir. Se añade la harina tamizada y se vuelve a batir todo muy bien para que no queden grumos. La mezcla se vierte en un recipiente hondo para que se puedan meter bien los moldes.
Mientras, se puede poner a calentar abundante aceite de oliva en una sartén bastante honda. Se meten los moldes dentro para que se calienten muy bien. Es muy importante que estén muy calientes para que se adhiera bien la mezcla.
Se van metiendo los moldes en la mezcla durante 3-4 segundos, comprobando que la mezcla se ha quedado pegada a las paredes. A continuación se lleva a la sartén sumergiéndolo completamente en el aceite durante unos 10-12 segundos. Se saca del aceite y con un golpe seco hacia abajo se intenta despegar la flor que ya estará medio frita. Se tiene que freir por ambos lados. El molde se vuelve a dejar dentro del aceite para que no pierda el calor.
Nosotros utilizamos dos moldes para ir más rápido porque la verdad es que no cunde mucho.
Una vez fritas, se colocan sobre un papel para que absorba el aceite sobrante y se les echa un poco de azúcar por encima.

Y a disfrutar.


viernes, 30 de septiembre de 2016

Cajas con pintura de tiza

Esta ha sido una de las manualidades que hemos hecho este verano. Se trata de cajas de fruta pintadas con pintura efecto tiza y adornadas con letras.

Materiales:

  • Cajas de fruta que hemos ido recopilando de la familia.
  • Pintura efecto tiza de varios colores.
  • Cera para madera.
  • Brochas.
  • Letras para adornar.
Este tipo de pintura es al agua, con lo que lo de mancharse no es un gran problema. En algunas cajas hubo que dar dos manos porque tenían mucho colorido previo y no se tapaba bien a la primera. La pintura cunde muchísimo, de hecho creo que compramos demasiada porque nos queda la mitad en cada bote y las cajas se pintaron por fuera y por dentro.

Una vez la pintura está seca, se da la cera con un paño tal como indiquen las instrucciones del producto. En nuestro caso, dimos la cera, dejamos secar un poco y frotamos para dar algo de brillo.

Cuando está todo seco podemos decorar las cajas con letras pegadas o como se nos antoje. Nosotros pusimos palabras en inglés, parece que mola mucho más. ;)

Y este es el resultado final de nuestras manualidades veraniegas. Yo además he matado dos pájaros de un tiro porque he aprovechado para organizar todos los lápices, bolígrafos, rotuladores, etc., en una de las cajas, que falta hacía.


viernes, 23 de septiembre de 2016

Crónica de una feria de Albacete en familia

Hay que ver lo distinta que se puede ver una feria dependiendo de la edad con que la mires. Hace algo más de 20 años ni me habría molestado (más allá de que se me ensuaciasen los zapatos) por pisar según qué charcos. Pero ahora, al pasear (esto es un decir con tanta gente) por la feria de Albacete, me molestaba bastante que mis hijos y sus primos pisasen los mismos charcos. A saber de qué líquido serían.

En aquella época tampoco te molestaban los empujones y las apreturas. Ahora tienes miedo de poder perder a alguno entre la multitud. Antes te divertías tú, ahora te diviertes viendo que los tuyos lo hacen.

El panorama de ahora ha cambiado bastante y creo que a peor. Mucha más gente por todas partes y a todas horas. Demasiado agobio para poder disfrutarla.

En la feria de Albacete hay que cosas que hay marcadas para hacer sí o sí: beber un vino dulce, comer un bocadillo de muchas calorías, tomar un miguelito de La Roda, beber un mojito y comprar boletos en la tómbola de Cáritas.

El vino y el bocata se cumplieron sin problemas. Que hay que ver qué bocadillos tan sofisticados hacen: chorizo, morcilla y huevo frito. De estos pedimos más de uno.

El miguelito lo cambiamos por un gofre, con gran alegría por parte del prícipe Hache que creo que es su dulce favorito. 

El mojito parece ser que lo dejaremos para mejor ocasión, no se puede tener todo.

Pero en lo que sí triunfamos fue en la tómbola de Cáritas. Menuda cara se le puso al príncipe A cuando abrió su boleto y vio que le había tocado una bicicleta. Y menuda cara puso el resto de la familia. Vaya suerte que tuvimos porque sólo se sortean dos para toda la feria.

Así que nos volvimos para casa con una bicicleta desmontada en el maletero. Y falta que le hacía a la princesa Zeta, que tenía una bici de princesa, heredada, y que pesaba mucho. Ahora la va a poder disfrutar ella hasta que a su hermano le lleguen los pies a los pedales. Es lo que tiene ser hermana mayor.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Qué hacer en Cantabria

Por fin hemos hecho el viaje que teníamos previsto hacer a Cantabria a finales de mayo y no pudimos hacer.

Yo ya había visitado Cantabria en 2005, así que ya sabía qué cosas bonitas quería enseñarles, pero también le eché un vistazo al blog de mi amiga Ana, que siempre lleva un gato en su maleta. ;)

Los sitios que visitamos y el día en el que lo hicimos están pensados para rentabilizar al máximo el tiempo y poder aprovechar algunos extras, como en el caso de Altamira.

Esto es lo que hicimos, desde luego mucho más de lo que teníamos previsto:

Día 1:
Llegamos a mediodía a Suances, después de más de 500 Km. Con estas espectaculares vistas nos encontramos al bajar del coche. La foto está hecha desde el faro. Después de comer e instalarnos en el apartamento, nos dio tiempo de ver la playa de los Locos, pasear por la playa de la Concha hasta el puerto y mojarnos por la lluvia a la vuelta. Ya no volvió a llover en todo el viaje.


Día 2:
Comenzamos el día visitando la cueva del Soplao, una auténtica maravilla de la naturaleza. Hicimos la ruta de un kilómetro y quedamos en volver dentro de unos años para hacer la de 3 kilómetros, para la que hay que tener más de 12 años, ya que es mucho más larga y difícil, incluso hay que ir con un equipo adecuado. Ojo, que dentro de la cueva hace fresco. El guía iba incluso con forro polar. Las entradas nos costaron 12 € por adulto y 9,5 € por niño.
Las vistas desde el párking son espectaculares. Los niños alucinaban con las vacas en medio de la carretera, ya que por nuestra tierra no es nada habitual verlas. El príncipe A alucinaba más con la peste de las cacas de la vacas.

Después nos dirigimos a San Vicente de la Barquera, pueblo muy turístico y que está ubicado en un entorno precioso. Aquí estuvimos comiendo y paseando.

Más tarde fuimos a ver la playa de Oyambre, que está en el Parque Natural de Oyambre. Una playa enorme de la que no pudimos disfrutar, nos quedamos con las ganas.

Para finalizar fuimos a Comillas para ver El Capricho. Su nombre real es Villa Quijano pero todo el mundo la conoce como El Capricho. Una de las primeras obras de Gaudí, en este caso se trataba de la casa familiar de un indiano. En 2009 dejó de ser restaurante y ahora está abierta a todo el público, con visitas guiadas en las que te explican hasta el último detalle. Una verdadera maravilla si te gusta tanto como a nosotros la arquitectura del genial Gaudí. La entrada tampoco resultó ser muy cara: 5 € adultos y 2,5 € niños. Pero sentarte en la famosa barandilla-banco del salón no tiene precio y el miedo al bajar por la estrechísima escalera de caracol tampoco lo tiene.

Pueden parecer muchas cosas para el mismo día, pero está todo bastante cerca.



Día 3:
Nos fuimos a subir al teleférico de Fuente Dé. Era el sitio que nos quedaba más alejado, a casi dos horas de camino y yo tenía pensado llegar pronto para evitar colas. Pues otra vez será porque en esta ocasión no ocurrió así. Teniendo en cuenta que no madrugamos y que hay que atravesar el desfiladero de La Hermida, donde la carretera se estrecha mucho y hay que ir muy despacio, llegamos sobre las 11 de la mañana. Subimos casi dos horas después debido a la cantidad de gente que había. La verdad es que no sé cómo me atreví a subir, con el miedo que me dan las alturas, pero quería que el resto de la familia lo viera y yo no me iba a quedar abajo esperando. En este punto también puse mis esperanzas en conseguir colocarme en la parte de delante de la cabina, para pasar menos miedo. Esto tampoco ocurrió, se colocaron en la parte de atrás, donde vas viendo como te elevas del suelo. Me pasé todo el viaje, de unos 4 minutos, mirando la cámara según grababa porque no podía mirar para abajo. Hay que tener en cuenta que el desnivel que salva el teleférico es de más de 700 metros.
Nosotros compramos los tickets de ida y vuelta (17 € adulto y 6 € niño), pero cabe la posibilidad (queda pendiente para la próxima vez) de sacar solo el de ida y bajar andando por una ruta de unos 14 kilómetros. 
Allí arriba nos recibió un rebaño de cabras muy simpáticas que se querían comer nuestras galletas a cambio de posar para nosotros.

Como habíamos subido tan tarde y estuvimos dando un paseo por arriba para ver el paisaje, se hizo tardísimo para comer, pero decidimos ir a comer a Potes, que era nuestro siguiente destino. Y allá que fuimos a comernos un cocido lebaniego, que nos sentó fenomenal incluso a las cinco menos cuarto de la tarde. Este pueblo no hay que dejar de verlo y comprar muchas cosas riquísimas.


Día 4:
Este día tocaba visitar el parque de la naturaleza de Cabárceno, situado en una antigua mina de hierro. La visita se hace en coche, que puedes aparcar en distintos sitios a lo largo de la misma, y te bajas para poder pasear y ver los animales más de cerca. También puedes entrar comida al parque. Las instalaciones están muy bien para los animales pero no dejan de ser animales en cautividad. Nosotros llegamos pronto y los tigres todavía estaban en sus jaulas. Después de casi ocho horas en el parque a 32 ºC no volvimos a ver si ya habían salido.
Una cosa que nos gusto mucho fueron las exhibiciones, especialmente la de aves rapaces.
La entrada era de 25 € para adultos y 15 € para niños. Justo al día siguiente escuchamos en la radio que subían el precio porque inauguraban el teleférico del parque y tenían que amortizarlo.

Por estar tanto tiempo en el parque casi no nos dio tiempo a visitar Santander, pero nos pudimos pasear por las playas de El Sardinero, la Concha y el Camello y comernos un rico helado de "orujo de liébana con sobaos". ¡Qué rico estaba!


Día 5:
Este día no lo planifiqué yo, pero resultó ser uno de los que más cosas bonitas vimos. Primero nos fuimos a Solares, famoso por su balneario y por el agua que se embotella. El pueblo no es bonito en sí pero tiene una par de cosas que nos gustaron mucho. Por un lado la finca del marqués de Valdecilla, otro de esos indianos que volvieron ricos de hacer las américas. Y por otro lado el parque de Mina Pepita. Este parque está en el casco urbano del pueblo y nos llamó mucho la atención. Está construído en una antigua mina y da la impresión de que estás perdido en la selva, todo lleno de vegetación y rocas. Sobra decir que algunos pasaron de ir por los senderos indicados, optando por otros más divertidos a la par que peligrosos.

A la hora de comer decidimos irnos a Liérganes, que estaba cerca. Llegamos justo antes de que cerrara la oficina de turismo y un chico muy amable nos explicó qué se podía ver. El pueblo es precioso en sí, de hecho a la entrada del pueblo había un cartel que indicaba que estaba dentro de los pueblos más bonitos de España. Las casonas eran espectaculares, muy cuidadas y llenas de flores la mayoría. Estas casas fueron construidas para los trabajadores de más alto rango, cuando en el pueblo había una fábrica de armas. 
Otra cosa curiosa del pueblo es su puente romano, que no es romano, sino que se construyó en el siglo XVI. Pero sobretodo, lo que más nos llamó la atención fue la leyenda del hombre pez. Nos la explicaron al detalle en una visita guiada dentro del antiguo molino del pueblo.

Por la tarde nos aventuramos por la carretera estrecha y llena de curvas del valle del río Asón y llegamos a su nacimiento. Desde el mirador que está enfrente del nacimiento, las vistas al valle son espectaculares. La pena fue que por la cascada donde nace el río apenas caía agua, supongo que por la época del año. Seguimos subiendo porque no queríamos volver a casa por el mismo valle y bajamos hacia un pueblecito llamado La Gándara, donde paramos por casualidad. Previamente nos encontramos con un rebaño de vacas que subía por el otro carril de la carretera y a los niños les hizo mucha gracia que fueran solas tan bien colocadas por su lado. En este pueblo nos encontramos con un mirador colgado al vacío sobre el río Gándara. ¡Qué impresión!, eso que yo sólo lo vi desde tierra firme.


Día 6:
Este fue nuestro último día de excursión. Nos habíamos dejado la visita al museo de Altamira para un viernes. Resulta que los viernes, entre los que compren entradas para visitar la neocueva antes de las 10:30, sortean 5 entradas para ver la cueva original. Nosotros participamos en el sorteo, pero no hubo suerte. También participamos en un taller familiar, en el que le pusieron al príncipe A una piel por encima, para que se sintiera como los habitantes de la cueva. La entrada a este museo es de las más baratas, sólo 3 € adulto y para los niños es gratis.

Después del museo nos dirigimos a Santillana del Mar, otro pueblo considerado de los más bonitos de España. Y vaya si lo es y vaya si lo saben porque está totalmente orientado al turismo. Todo son facilidades para aparcar en verano, a 2 € todo el día. El centro histórico del pueblo es peatonal. Como curiosidad visitamos el museo del barquillero, cuya entrada es gratis. Por lo demás, da gusto pasearte por sus calles viendo lo bonitas y cuidadas que están las casas y entrar en las tiendas para ver los maravillosos productos típicos de la zona.

Y como no me quería ir sin ver el parque natural de las Dunas de Liencres (que estaba previsto para otro día), nos fuimos para allá a pasar la tarde.  El entorno es precioso pero me dio muy mala impresión que el parking cercano a la playa estuviese tan lleno, allí habría más de 200 coches. Finalmente en la playa no había tanta gente, pero lo que sí había es muchísimos surfistas esperando la ola. Los niños pasaron un buen rato intentando hacer una presa para contener el agua que salía de las duchas, misión imposible por otro lado.



Día 7:
Vuelta a casa pasando por Palencia, donde más calor pasamos de todo el viaje.

Este ha sido otro de los viajes en familia que nos ha encantado y del que espero que guarden un gran recuerdo cuando sean mayores.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Qué hacer en la Serranía de Cuenca

En el parque natural de la Serranía de Cuenca se pueden hacer muchas cosas, pero sobretodo disfrutar de la naturaleza. Y encima está muy cerca de Cuenca capital.

Por ejemplo, podemos ir las pozas del río Júcar que están cerca de Villalba de la Sierra. Para ello hay que coger un desvío pasado el pueblo y recorrer un par de túneles andando. Está antes de llegar al Ventano del Diablo. El acceso no es muy fácil y con niños puede resultar algo peligroso. Lo de bañarte en las pozas es para personas bastante valientes, y no sólo por la temperatura del agua.

Estando allí, puedes ver a  distintos grupos haciendo barranquismo. Para alguien con miedo a las alturas impresiona mucho verlos saltar a las pozas. 

También se pueden hacer rutas bordeando la laguna de Uña (Laguña para el prícipe Eme). Nosotros escogimos la más corta, de unos 4 km., que justo bordea la laguna. Y menos mal porque hacía mucho calor. Pero queda pendiente hacer la ruta larga, de unos 8 km, que bordea la laguna por encima de las hoces. Las vistas deben ser espectaculares.



Pero sin duda lo que más nos gustó fue hacer descenso en piragua, unos 5,5 km por el río Júcar, cerca de Villalba de la Sierra.

Excepto para la princesa Zeta, que ya lo había hecho en el campamento, era la primera vez que hacíamos piragüismo. Yo me la pedí como compañera de piragua, por eso de que tenía experiencia, pero no resultó muy buena elección, encallamos en todo lo encallable. E incluso tuvimos que bajarnos de la piragua en alguna ocasión, por no hablar de las veces que nos acariciaron las ramas de la orilla. A decir verdad, creo que toda la culpa era mía, ella la pobre sólo remaba.

Pero peor lo llevaron el príncipe Hache y su padre, que hicieron lo que era poco probable que sucediera (según el monitor), volcar la piragua y darse un buen susto además de un chapuzón.


viernes, 2 de septiembre de 2016

Stars wars

No sé de quién salió la idea de que a los niños les podría gustar la saga de la guerra de las galaxias, pero así ha sido.

Cada tarde, antes de bajar a la piscina, han estado viendo un episodio:
  • Episodio I: La Amenaza Fantasma (1999)
  • Episodio II: El Ataque de los Clones (2002)
  • Episodio III: La Venganza de los Sith (2005)
  • Episodio IV: Una Nueva Esperanza (1977).
  • Episodio V: El Imperio Contraataca (1980).
  • Episodio VI: El Retorno del Jedi (1983).
  • Episodio VII: El Despertar de la Fuerza (2015).
Y algún día hasta hubo doblete.

Lo de que las primeras películas grabadas sean anteriores en tiempo a las más modernas parecía un poco lioso, pero hasta dedujeron quien era el padre de quién, lo cual me dejó alucinada.